El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
La culpa, de Las Palmas
Decía don Pepito en su editorial del Día de los Enamorados que “nadie se muere oficialmente en Tenerife hasta que su esquela no aparece en nuestras páginas”, lo que nos lleva a concluir de inmediato que nadie puede ser presidente del Gobierno sin pedir la venia al patriota editor, defensor de las esencias más puras de Nivaria y, por extensión, de la patria guanche. De ahí que resulte absolutamente injusto, por no llamarlo delictivo, que a ese periódico se le haya negado hasta la fecha el enorme honor de ser Premio Canarias de Comunicación. Pero la tarea es harto compleja porque, ¿cómo se puede premiar a alguien que pudiera, llegado el momento, rechazar el premio porque -que conste- no lo está pidiendo? ¿O debemos interpretar de otra manera esta otra frase, publicada este sábado en el mismo espacio editorial?: “El Premio Canarias de Comunicación no tendrá ninguna validez hasta que se lo concedan a El Día; es decir, a la empresa que posee el único grupo de comunicación existente en Canarias”. Porque, además de su patriotismo y de su entrega altruista a la causa de la defensa del interés de Canarias -añadimos nosotros muy respetuosamente-, al diario le avala haber cumplido cien años el pasado octubre, lo que lleva al editorialista a lamentar que nadie se dignara felicitarlo: “Ni Premio ni felicitación. ¡Qué vergüenza! ¡Qué sumisión, qué temor y obediencia a Las Palmas simplemente, no de Gran Canaria, porque el ”gran“ es una bufonada! ¡Qué Gobierno el de Canarias! ¡Sigamos con hambre! ¡Y narcotizados!” Habrá que hacer algo para restituir los honores de ordenanza, volvemos a añadir nosotros como humilde aportación al debate.
Decía don Pepito en su editorial del Día de los Enamorados que “nadie se muere oficialmente en Tenerife hasta que su esquela no aparece en nuestras páginas”, lo que nos lleva a concluir de inmediato que nadie puede ser presidente del Gobierno sin pedir la venia al patriota editor, defensor de las esencias más puras de Nivaria y, por extensión, de la patria guanche. De ahí que resulte absolutamente injusto, por no llamarlo delictivo, que a ese periódico se le haya negado hasta la fecha el enorme honor de ser Premio Canarias de Comunicación. Pero la tarea es harto compleja porque, ¿cómo se puede premiar a alguien que pudiera, llegado el momento, rechazar el premio porque -que conste- no lo está pidiendo? ¿O debemos interpretar de otra manera esta otra frase, publicada este sábado en el mismo espacio editorial?: “El Premio Canarias de Comunicación no tendrá ninguna validez hasta que se lo concedan a El Día; es decir, a la empresa que posee el único grupo de comunicación existente en Canarias”. Porque, además de su patriotismo y de su entrega altruista a la causa de la defensa del interés de Canarias -añadimos nosotros muy respetuosamente-, al diario le avala haber cumplido cien años el pasado octubre, lo que lleva al editorialista a lamentar que nadie se dignara felicitarlo: “Ni Premio ni felicitación. ¡Qué vergüenza! ¡Qué sumisión, qué temor y obediencia a Las Palmas simplemente, no de Gran Canaria, porque el ”gran“ es una bufonada! ¡Qué Gobierno el de Canarias! ¡Sigamos con hambre! ¡Y narcotizados!” Habrá que hacer algo para restituir los honores de ordenanza, volvemos a añadir nosotros como humilde aportación al debate.