El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Despido improcedente en La Caja
Vamos a ver si alguien nos lo aclara porque no terminamos de entender la cosa. La Caja admitió este viernes que el despido del que fuera su auditor y secretario de la comisión de control, Carlos Santana, fue improcedente. Y se obliga a aflojarle una tremenda pasta en forma de indemnización a razón de 45 días por año trabajado, o sea, 42 mensualidades íntegras (o brutas, según se quiera) por los casi 30 años que este empleado lleva en la casa. Carlos Santana, es conveniente recordarlo, fue fulminantemente fumigado con un pliego de cargos en el que se venía a decir que había cometido un pecado mortal de necesidad. Esto es, haber entrado en las cuentas corrientes de algunos clientes de ringo rango para hacer mataperrerías. Él se defendió en un pliego de descargo que no tenía desperdicio en el que explicaba los motivos de esas consultas informáticas. No debían ser muy sólidas las causas del despido porque el subdirector general de la entidad pactó este viernes en la sala de lo social la improcedencia del acto y se apresuró a pedir a los presentes que, tras el acuerdo alcanzado, no hubiera ni vencedores ni vencidos.
Vamos a ver si alguien nos lo aclara porque no terminamos de entender la cosa. La Caja admitió este viernes que el despido del que fuera su auditor y secretario de la comisión de control, Carlos Santana, fue improcedente. Y se obliga a aflojarle una tremenda pasta en forma de indemnización a razón de 45 días por año trabajado, o sea, 42 mensualidades íntegras (o brutas, según se quiera) por los casi 30 años que este empleado lleva en la casa. Carlos Santana, es conveniente recordarlo, fue fulminantemente fumigado con un pliego de cargos en el que se venía a decir que había cometido un pecado mortal de necesidad. Esto es, haber entrado en las cuentas corrientes de algunos clientes de ringo rango para hacer mataperrerías. Él se defendió en un pliego de descargo que no tenía desperdicio en el que explicaba los motivos de esas consultas informáticas. No debían ser muy sólidas las causas del despido porque el subdirector general de la entidad pactó este viernes en la sala de lo social la improcedencia del acto y se apresuró a pedir a los presentes que, tras el acuerdo alcanzado, no hubiera ni vencedores ni vencidos.