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La dulce derrota de los denunciantes

Sin ánimo de desacatar, no están precisamente las últimas resoluciones del Tribunal Superior de Justicia de Canarias para dar brillo y esplendor a la Justicia en Canarias. No tanto por su contenido, digno de análisis crítico y pedagógico en las Facultades de Derecho, sino por contravenir la tendencia que reina en toda España de lucha sin cuartel contra la corrupción y el clamor popular de llegar hasta el final en la investigación de los comportamientos anómalos de los dirigentes públicos. Más bien cabría pensar que la Sala que en Canarias está para tratar esos comportamientos de los aforados parece dedicarse con anhelo a su protección total, a evitar cualquier contratiempo que pueda tambalear el poder tradicional y caciquil que se mueve en las Islas con absoluta impunidad. Con el debido respeto y acatando todas y cada una de esas resoluciones, no es descabellado afirmar que chocan frontalmente con el veredicto popular, que cuanto menos considera reprobables las conductas tan acaloradamente archivadas. Sólo faltó el jurado, y a él es imposible llegar en las actuales circunstancias.

Sin ánimo de desacatar, no están precisamente las últimas resoluciones del Tribunal Superior de Justicia de Canarias para dar brillo y esplendor a la Justicia en Canarias. No tanto por su contenido, digno de análisis crítico y pedagógico en las Facultades de Derecho, sino por contravenir la tendencia que reina en toda España de lucha sin cuartel contra la corrupción y el clamor popular de llegar hasta el final en la investigación de los comportamientos anómalos de los dirigentes públicos. Más bien cabría pensar que la Sala que en Canarias está para tratar esos comportamientos de los aforados parece dedicarse con anhelo a su protección total, a evitar cualquier contratiempo que pueda tambalear el poder tradicional y caciquil que se mueve en las Islas con absoluta impunidad. Con el debido respeto y acatando todas y cada una de esas resoluciones, no es descabellado afirmar que chocan frontalmente con el veredicto popular, que cuanto menos considera reprobables las conductas tan acaloradamente archivadas. Sólo faltó el jurado, y a él es imposible llegar en las actuales circunstancias.