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Opinión - Un tercio de los españoles no entienden lo que leen. Por Rosa María Artal

Había que echar una mano a Jorcano

Así las cosas, ¿para qué necesitaba Francisco Javier Artiles a su tocayo Francisco Javier Jorcano? Muy sencillo, él no podía presentarse y necesitaba una pantalla. Además, su amigo Jorcano estaba pasando una mala racha empresarial como consecuencia de fallidos negocios del grupo Improcansa, propiedad de su suegro, a quien estalló en la cara la crisis del ladrillo pese a los grandes negocios proporcionados en la etapa de Soria en el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, léase Canódromo y una suerte de exitosas inversiones en aparcamientos subterráneos. Es Artiles el que elige Lifeblood como empresa y quien habla con su amigo Eduardo Murillo, un óptico con establecimiento en la calle Galicia, para comprarle esa sociedad limitada y ponerla a nombre de su amigo Jorcano. Así lo hacen, y siguiendo los planes del abogado, presentan a Lifeblood al concurso de la hemodiálisis, cuidando, eso sí, que quedaran a salvo todos los nombres de los que están detrás. Un arcano que disparará muy pronto la imaginación popular a poco se pueda enlazar cada ovejita con su parejita.

Así las cosas, ¿para qué necesitaba Francisco Javier Artiles a su tocayo Francisco Javier Jorcano? Muy sencillo, él no podía presentarse y necesitaba una pantalla. Además, su amigo Jorcano estaba pasando una mala racha empresarial como consecuencia de fallidos negocios del grupo Improcansa, propiedad de su suegro, a quien estalló en la cara la crisis del ladrillo pese a los grandes negocios proporcionados en la etapa de Soria en el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, léase Canódromo y una suerte de exitosas inversiones en aparcamientos subterráneos. Es Artiles el que elige Lifeblood como empresa y quien habla con su amigo Eduardo Murillo, un óptico con establecimiento en la calle Galicia, para comprarle esa sociedad limitada y ponerla a nombre de su amigo Jorcano. Así lo hacen, y siguiendo los planes del abogado, presentan a Lifeblood al concurso de la hemodiálisis, cuidando, eso sí, que quedaran a salvo todos los nombres de los que están detrás. Un arcano que disparará muy pronto la imaginación popular a poco se pueda enlazar cada ovejita con su parejita.