El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Empieza la herencia de Cardona
De momento no se han detectado trituradoras de papel funcionando a destajo en el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria. Al fin y al cabo el Partido Popular no ha estado más de cuatro años seguidos en el poder desde que lo abandonó Soria, allá por 2003, lo que no genera la misma cantidad de documentación sensible que la que se ha visto despedazada y en bolsas gigantes de basura a las puertas de ayuntamientos como el de Madrid. Juan José Cardona da por perdida ya a estas alturas la alcaldía de la capital grancanaria aunque en el fondo albergue la esperanza de que los tres partidos que están pactando su relevo (PSOE, LPGC Puede y Nueva Canarias) sufran una crisis fatal antes del sábado que viene y se venga abajo toda la negociación que hasta el momento parece ir por buen camino. Nada tendrá que temer el alcalde saliente a que los nuevos mandarines se dediquen al noble arte de levantar alfombras y revisar aquellas actuaciones que hayan podido ser sospechosas en este mandato, porque debemos dar por sentado de antemano que todo se ha hecho conforme a los cánones legales y democráticos; que las contrataciones y adjudicaciones se han regido por el principio elemental de publicidad, capacidad y méritos, más la solvencia y la capacidad para contratar en casos empresariales; que no ha habido desviación de poder ni nepotismo; que ningún trabajador municipal ha sido perseguido por enojosas diferencias sindicales o políticas; que los asesores y asimilados han observado con rectitud y celo las normas básicas de contratación menor; que ningún concurso público ha sufrido manipulación o amaño y que se han mandado a la justicia todos, pero todos todos, los expedientes susceptibles de contener comportamientos delictivos. Si nada extraño ha ocurrido, ¿a qué vienen ahora los nervios que se detectan en determinados niveles del poder saliente? ¿Es solo la pérdida de poder o hay algo que nos quieran contar y no se atreven?
Las promociones de personal
Por las redes sociales corrieron esta semana multitud de nombres de trabajadores del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria vinculados al Partido Popular que supuestamente están siendo objeto de recolocaciones y promociones con las que se les estaría premiando por los servicios prestados. Hay ejemplos y categorías para todos los gustos, pero nosotros sólo hemos sido capaces de confirmar un único caso, el del concejal Óscar Mata, que ha sido promocionado con una suculenta subida de sueldo y nuevas responsabilidades respecto a la plaza que ocupó, válganos el cielo, en 2002, bajo la alcaldía de José Manuel Soria. Este viernes pudimos oír en la Ser al primer teniente de alcalde, Ángel Sabroso, confirmando el decreto y defendiéndolo por su consideración de legal. No se lo vamos a discutir porque entre nuestras escasas especialidades tampoco se encuentra el Derecho Laboral, pero ¿era necesario esperar a perder las elecciones para promocionar a un concejal del grupo de gobierno? Podrá ser legal desde todo punto de vista, pero tiene un tufillo a hediondo y a antiestético que tira para atrás. Estos expedientes son los primeros que habría de revisar el mismo grupo de gobierno, no sólo para aclarar su legalidad, sino para reglamentar lo que sea preciso para evitar que futuros cargos públicos puedan tener la tentación de premiar a los suyos quebrando los derechos de todos los demás. Despedimos en este momento al concejal Sabroso de la misma manera que lo hizo en la entrevista telefónica que concedió al colega Evaristo Quintana (al que nosotros no tenemos ningún complejo en mencionar): “Un saludo fuerte” (sic).
La 'calderilla', que la pague el siguiente
A Jerónimo Saavedra estuvieron a punto de condenarlo por desobediencia por no pagar en tiempo y forma sentencias judiciales heredadas de tiempos del Partido Popular, mayormente referidas a la fallida política de expropiaciones urbanísticas de gobiernos municipales de José Manuel Soria con concejales de Urbanismo de la indiscutible talla de Juan José Cardona y Jorge Rodríguez. Terminó pagando, por supuesto. Como terminará pagando Augusto Hidalgo cuando el día 23 de junio, vísperas del patrono de la ciudad, se encuentre sobre la mesa que vence el plazo fijado por un juzgado de lo Contencioso-Administrativo para pagar a los vecinos de la calle Simón Bolívar los 63.000 euros comprometidos para poder salvar los mogollones del Carnaval. Un compromiso que, al ser firmado por el alcalde Cardona, no se cifró de manera precisa pero que, para el consumo de las masas, el propio Cardona dijo que se trataría de vulgar calderilla. Entonces La Provincia especuló con que la calderilla a la que Cardona hacía referencia rondaría los 6.000 u 8.000 euracos, lo que llevó a algunos –entre otros nosotros mismos- a poner el grito en el cielo. Esa calderilla que heredarán las sucesivas corporaciones locales (porque el acuerdo trascendía este año 2015) ya va a suponer el desembolso de 63.000 euros, que podría sumarse a otros dispendios municipales para concluir que los ciudadanos tenemos un concepto de la calderilla bastante diferente al que tiene el alcalde Cardona.
¿Sustituir a Luis Acosta?
Todos han estado callados como putos durante los años en que Luis Acosta ha ejercido de amo y señor del auditorio Alfredo Kraus, y más recientemente, también del teatro Pérez Galdós. Todos callados sin hacer puñetero caso a los creadores y a los productores canarios que se quejaban de los precios y el desprecio que recibían de esa fundación de titularidad pública. Hasta que ha llegado el momento en el que vuelven a sonar las trompetas del relevo. Ya sonaron, ya, cuando llegó a la alcaldía Jerónimo Saavedra, pero su cobardía y la de los suyos le atenazó para buscar un sustituto que pueda conjugar lo que Acosta ha sido incapaz estos años de conjugar: buena gestión económica con programación coherente y disposición a dar juego a la creación y a la iniciativa local con ventajas claras. Que un socialista lo renovara al frente de los dos centros más emblemáticos de la isla de Gran Canaria debió inflamar aún más a Acosta, que se convirtió automáticamente en un dios intocable por los vulgares terrestres. Pero la rebelión de los autores canarios, que han minado la credibilidad del director de la fundación con sus quejas, y la puntilla que supuso el gran fiasco del musical Evita, suspendido por fracaso en la venta de entradas con unas pérdidas de 150.000 euros, han colocado a este gestor en el disparadero. Su sueño de ver a Cardona disfrazado el próximo Carnaval con melena rubia rematada en un aseñorado moño, cantando a todo pulmón aquello de “no llores por mí, Guanarteme”, puede haber sido la puntilla que le faltaba a Luis Acosta para colocarse en el mercado laboral. Pero como todo lo que puede empeorar corre el riesgo de hacerlo, los candidatos que han empezado a revolotear alrededor de Augusto Hidalgo y las personas que puedan influir sobre él son tan impresentables que harían aconsejable renovar sine die a Acosta. La cosa viene de Agaete y desemboca en el barranquillo de don Zoilo, para que se vayan haciendo una idea del disparate.
Pedro Sánchez habla con Clavijo
Continúan, como saben, las escaramuzas tendentes a conformar nuevos pactos en corporaciones locales y a renovar, por la vía lenta, el que hasta ahora ha mantenido al Gobierno de Canarias. Podemos ha vuelto a pedir reunión a Antonio Morales (Nueva Canarias) para ver si se pueden reclamar las competencias en materia de Defensa y Justicia para el Cabildo de Gran Canaria y si, ya puestos, puede alguien presionar para colocar a un propio en la directiva de la FIFA, previa dimisión en peso de todos los que actualmente la ocupan. A Podemos le falta la fotografía de su candidato al Cabildo, Juan Manuel Brito, sentado en la mesa de negociación frente a los consejeros con los que va a compartir tarea los próximos cuatro años, para que al menos se pueda decir que lo intentaron, pero que la cerrazón de la casta, extendida ésta a Roque Aguayro, ha impedido un acuerdo de Canarias por la izquierda. En otros lugares la cosa no está tan clara. Coalición Canaria insiste en sus líneas rojas infranqueables, que vienen siendo La Laguna, Breña Alta y Fuencaliente, y no necesariamente por este orden. Les preguntas por la importancia de municipios como Breña Alta y enseguida afloran en la conversación los viejos odios tribales y el escozor de que, justo en esa plaza, el principal de defensor de un pacto con el PP, el socialista Blas Bravo, haya sido derrotado por el candidato de CC, que también quiere pactar con el PP para mandar a los de Bravo a la fría bancada de la oposición. En el Cabildo de La Palma, por el contrario, parecen haberse limado las primeras reticencias, y Anselmo Pestana ya cierra acuerdos programáticos con José Luis Perestelo. Parece haberse notado la intervención de la mano sanadora de Pedro Sánchez, que ha puesto firmes a los suyos y ya mantiene informado directamente de los avances al presidenciable de Coalición, Fernando Clavijo, con quien charla a menudo telefónicamente.
Primero Santa Cruz y el Cabildo, luego La Laguna
Otra de esas líneas rojas que CC dice que es infranqueable es la del Ayuntamiento de La Laguna. Parece razonable que a Fernando Clavijo le salgan ronchones sólo de pensar que tras su marcha, su partido pueda sufrir el doloroso trance de pasar a la oposición tras veinte años en el machito, algunos de ellos con evidente abuso de autoridad. Los nacionalistas ganaron en la ciudad, pero fue tal el batacazo sufrido que el shock ha abierto la posibilidad de mandarlos a la oposición. Quien tiene la llave para hacerlo es el socialista Javier Abreu, hasta ahora mismo socio de Clavijo en el grupo de gobierno. Y durante todos estos días posteriores a las elecciones se ha dedicado Abreu a hacer amagos verdaderamente elocuentes que podían haber hecho pensar que su acuerdo por la izquierda (con Santiago Pérez y Rubens Ascanio) estaba hecho. Pero cuando le preguntábamos a Pérez ponía cara de sorpresa, y cuando le preguntaban a Rubens, de perplejidad. Lo que no quiere decir que no haya habido contactos y alguna escaramuza negociadora. Abreu ha ganado posiciones (y un concejal más) y lo que quiere es que se le reconozcan los triunfos que lleva en la mano, tanto por parte de su partido como por parte de los socios nacionalistas. Aupará a José Alberto Díaz a la alcaldía si antes Coalición ha integrado en condiciones óptimas a sus compañeros del PSOE en los gobiernos de Santa Cruz de Tenerife y del Cabildo de la isla. Porque, efectivamente, flota en el ambiente que tanto José Manuel Bermúdez como Carlos Alonso parecen encantados con el escarranchamiento del Partido Popular. Los dirigentes nacionalistas hace días que tienen sobre la mesa el ofrecimiento de Soria de poner las cuentas a cero y otorgar a los candidatos de CC todo lo que pidan en las instituciones que quieran. Sin condiciones, salvo la de mandar al PSOE a la oposición, por supuesto. Casimiro, desde La Gomera, piensa embelesado en ese órdago mientras clava alfileres en un muñeco que se parece a Julio Cruz.
De momento no se han detectado trituradoras de papel funcionando a destajo en el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria. Al fin y al cabo el Partido Popular no ha estado más de cuatro años seguidos en el poder desde que lo abandonó Soria, allá por 2003, lo que no genera la misma cantidad de documentación sensible que la que se ha visto despedazada y en bolsas gigantes de basura a las puertas de ayuntamientos como el de Madrid. Juan José Cardona da por perdida ya a estas alturas la alcaldía de la capital grancanaria aunque en el fondo albergue la esperanza de que los tres partidos que están pactando su relevo (PSOE, LPGC Puede y Nueva Canarias) sufran una crisis fatal antes del sábado que viene y se venga abajo toda la negociación que hasta el momento parece ir por buen camino. Nada tendrá que temer el alcalde saliente a que los nuevos mandarines se dediquen al noble arte de levantar alfombras y revisar aquellas actuaciones que hayan podido ser sospechosas en este mandato, porque debemos dar por sentado de antemano que todo se ha hecho conforme a los cánones legales y democráticos; que las contrataciones y adjudicaciones se han regido por el principio elemental de publicidad, capacidad y méritos, más la solvencia y la capacidad para contratar en casos empresariales; que no ha habido desviación de poder ni nepotismo; que ningún trabajador municipal ha sido perseguido por enojosas diferencias sindicales o políticas; que los asesores y asimilados han observado con rectitud y celo las normas básicas de contratación menor; que ningún concurso público ha sufrido manipulación o amaño y que se han mandado a la justicia todos, pero todos todos, los expedientes susceptibles de contener comportamientos delictivos. Si nada extraño ha ocurrido, ¿a qué vienen ahora los nervios que se detectan en determinados niveles del poder saliente? ¿Es solo la pérdida de poder o hay algo que nos quieran contar y no se atreven?