El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Sin entradas y a lo loco
Cuando a las nueve en punto sonaron las primeras notas de la banda de Elton John en el escenario, todavía había centenares de personas intentando entrar en un recinto habilitado para la ocasión. Pero las colas no avanzaban sencillamente porque no había manera de que los responsables (con perdón) de la cosa hicieran bien su trabajo. Si en alguna ocasión se pidieron las entradas al público o si se procedió al preceptivo registro de bolsos y bolsas debió ser mucho antes de que empezara el espectáculo, porque a partir de las nueve aquello fue el salvaje oeste. Dicen algunos testigos presenciales que allí hubo en algún momento una compañía de seguridad encargada de estos menesteres; otros testigos apuntan que jamás vieron agente privado alguno, y los demás dicen que se echaron literalmente a correr.
Cuando a las nueve en punto sonaron las primeras notas de la banda de Elton John en el escenario, todavía había centenares de personas intentando entrar en un recinto habilitado para la ocasión. Pero las colas no avanzaban sencillamente porque no había manera de que los responsables (con perdón) de la cosa hicieran bien su trabajo. Si en alguna ocasión se pidieron las entradas al público o si se procedió al preceptivo registro de bolsos y bolsas debió ser mucho antes de que empezara el espectáculo, porque a partir de las nueve aquello fue el salvaje oeste. Dicen algunos testigos presenciales que allí hubo en algún momento una compañía de seguridad encargada de estos menesteres; otros testigos apuntan que jamás vieron agente privado alguno, y los demás dicen que se echaron literalmente a correr.