El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Todos escuchando Radio San Borondón
Todos esos antisistema, donde este lunes cabía lo mismo un señor de derechas que un eurocomunista o un independentista irredento, un militar en la reserva activa o un rastafari, estaban allí, abucheando a Migel Zerolo, a Ángel Llanos o a Nacho González porque se consideran víctimas de un atropello por parte del Ayuntamiento de Santa Cruz. El catálogo de viviendas fuera de ordenación, que condena a unas 70.000 familias a entrar en el limbo urbanístico, ha podido más que cualquier convicción partidista y su correspondiente reflejo electoral. Les unía ese cabreo y, por los oídos, la sintonía de Radio San Borondón, la emisora vinculada al Centro de la Cultura Popular Canaria (CCPC) que una vez más se convirtió en la voz de los que se quedan sin voz en una sociedad mediáticamente tan maltratada como la tinerfeña. Como saben, el CCPC se ha quedado sin la subvención anual que le venía concediendo el Gobierno de Canarias, precisamente por dedicarse a la noble tarea de ejercer la libertad de expresión y de información donde los límites son tan precarios.
Todos esos antisistema, donde este lunes cabía lo mismo un señor de derechas que un eurocomunista o un independentista irredento, un militar en la reserva activa o un rastafari, estaban allí, abucheando a Migel Zerolo, a Ángel Llanos o a Nacho González porque se consideran víctimas de un atropello por parte del Ayuntamiento de Santa Cruz. El catálogo de viviendas fuera de ordenación, que condena a unas 70.000 familias a entrar en el limbo urbanístico, ha podido más que cualquier convicción partidista y su correspondiente reflejo electoral. Les unía ese cabreo y, por los oídos, la sintonía de Radio San Borondón, la emisora vinculada al Centro de la Cultura Popular Canaria (CCPC) que una vez más se convirtió en la voz de los que se quedan sin voz en una sociedad mediáticamente tan maltratada como la tinerfeña. Como saben, el CCPC se ha quedado sin la subvención anual que le venía concediendo el Gobierno de Canarias, precisamente por dedicarse a la noble tarea de ejercer la libertad de expresión y de información donde los límites son tan precarios.