El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
La fantasmada: ''Pues sí, tampoco iré en coche oficial''
Reproducimos literalmente la frase porque merece unas cuantas consideraciones. Corresponde al pasaje final de una pregunta referida al recorte de gastos en la Administración autonómica, tras mostrarse contrario a que las consejerías editen revistas o libros. Dice así la frasecita en cuestión: “Muy probablemente de aquí a unos años no habrá alto cargo con coche oficial y eso será lo normal. Y me preguntará: ¿renunciará usted, que es vicepresidente, al coche oficial? Pues sí, tampoco iré en coche oficial. Antes de entrar en la Administración fui a trabajar toda mi vida en mi coche”. Empecemos por el principio: ¿Quién le mandó lanzar la fantasmada si nadie se lo estaba preguntando? Será que ya está en campaña. Será que la idea le vino así, sobre la marcha, y la lanzó. Porque es absolutamente imposible que un vicepresidente del Gobierno vaya en taxi o en su coche particular al trabajo, a las visitas oficiales o al Parlamento. Y es mucho más descartable que él, precisamente él, vaya a renunciar a ese privilegio. Y lo afirmamos con rotundidad porque su comportamiento desde 1995 indica precisamente lo contrario. Todo lo contrario. Veamos.
Reproducimos literalmente la frase porque merece unas cuantas consideraciones. Corresponde al pasaje final de una pregunta referida al recorte de gastos en la Administración autonómica, tras mostrarse contrario a que las consejerías editen revistas o libros. Dice así la frasecita en cuestión: “Muy probablemente de aquí a unos años no habrá alto cargo con coche oficial y eso será lo normal. Y me preguntará: ¿renunciará usted, que es vicepresidente, al coche oficial? Pues sí, tampoco iré en coche oficial. Antes de entrar en la Administración fui a trabajar toda mi vida en mi coche”. Empecemos por el principio: ¿Quién le mandó lanzar la fantasmada si nadie se lo estaba preguntando? Será que ya está en campaña. Será que la idea le vino así, sobre la marcha, y la lanzó. Porque es absolutamente imposible que un vicepresidente del Gobierno vaya en taxi o en su coche particular al trabajo, a las visitas oficiales o al Parlamento. Y es mucho más descartable que él, precisamente él, vaya a renunciar a ese privilegio. Y lo afirmamos con rotundidad porque su comportamiento desde 1995 indica precisamente lo contrario. Todo lo contrario. Veamos.