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Fulgor y caída del Zorro Plateado

Las primeras noticias públicas disponibles de la vida y milagros de José Miguel Suárez Gil datan de los años ochenta, cuando ayudó de manera eficacísima al desaparecido Gabriel Megías Pombo a montar la que fue primera patronal de alimentación de Canarias, Fedalyme, en la que empezó como secretario general para, acto seguido, ser aupado a la presidencia con todos los honores. Fue en ese instante cuando empezó su fulgurante carrera de “coordinador empresarial”, como le gustaba que lo llamáramos los periodistas. Tras colocar de secretaria general de Fedalyme a la que enseguida se convirtió en su segunda esposa, Amparo López, Suárez Gil se dedicó a todo tipo de actividades clasificadas, molestas e insalubres para llegar al grado de “imprescindible” entre la dirigencia empresarial grancanaria. En Fedalyme montó su cuartel general, del que salió desde una gestoría administrativa hasta un vivero de pequeñas asociaciones que él apadrinaba con el nada disimulado objetivo de ir consiguiendo subvenciones y montar un ejército de pura infantería con el que copar los epígrafes fiscales y las actividades empresariales que otorgaran representación, tanto en la Confederación de Empresarios como en la Cámara de Comercio.

Las primeras noticias públicas disponibles de la vida y milagros de José Miguel Suárez Gil datan de los años ochenta, cuando ayudó de manera eficacísima al desaparecido Gabriel Megías Pombo a montar la que fue primera patronal de alimentación de Canarias, Fedalyme, en la que empezó como secretario general para, acto seguido, ser aupado a la presidencia con todos los honores. Fue en ese instante cuando empezó su fulgurante carrera de “coordinador empresarial”, como le gustaba que lo llamáramos los periodistas. Tras colocar de secretaria general de Fedalyme a la que enseguida se convirtió en su segunda esposa, Amparo López, Suárez Gil se dedicó a todo tipo de actividades clasificadas, molestas e insalubres para llegar al grado de “imprescindible” entre la dirigencia empresarial grancanaria. En Fedalyme montó su cuartel general, del que salió desde una gestoría administrativa hasta un vivero de pequeñas asociaciones que él apadrinaba con el nada disimulado objetivo de ir consiguiendo subvenciones y montar un ejército de pura infantería con el que copar los epígrafes fiscales y las actividades empresariales que otorgaran representación, tanto en la Confederación de Empresarios como en la Cámara de Comercio.