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Una gestión por Luis Soria

Por más que hemos buscado y rebuscado en nuestros archivos no conseguimos encontrar una ofensa del calibre necesario para que el segundo en la lista de perseguidos por la Fiscalía sea el presidente de Satocan, Juan Miguel Sanjuan. Se le atribuye, como saben, haberse aprovechado de su condición de socio y consejero de Emalsa (por la vía de Sacyr-Valoriza) y de Sercanarias (por lo mismo) para negociar ese mega-contrato de alquiler de la nueva sede de la compañía mixta en el centro comercial Las Ramblas, de su propiedad. Un pingüe negocio por el que morderá la incómoda silla del imputado ante el juez Luis Galván. Sanjuan es un hombre de derechas, moderado y prudente, pero de derechas, al que sin embargo no se le atribuye ser un financiador gris del Partido Popular. A sus allegados confiesa que jamás le pidieron dinero de ese partido y que, por lo tanto, no es un ajuste de cuentas (no satisfechas) lo que puede haber en el trasfondo. Lo más preocupante que podría tener en su debe frente a José Manuel Soria es no haber satisfecho en su día un ruego que le hizo. Corría el año 2006, con el señor ministro ocupando la presidencia del Cabildo de Gran Canaria. Acababa de estrenar su nueva mansión en Tafira Alta tras aquellos dos años de obras que él sufrió estoicamente viviendo en versión okupa en el chalet de Javier Esquivel. El matrimonio Soria invitó al matrimonio Sanjuan a cenar y, a los postres, el presidente del Cabildo le pidió que intercediera por su hermano Luis ante la compañía Repsol, en cuyo paquete accionarial acababa de meterse Sacyr. No era aquella la primera vez, ni sería la última, que Soria buscaría empleo para su hermano menor, al que ya había logrado situar en Trasmediterránea y luego, entre 2003 y 2005, en la Consejería de Industria para que hiciera un desaguisado cada día. Pero se había quedado en el paro, y no bastaban los 100.000 euros que consiguió rascar como comisionista frustrado (e ilegal) de Hiperdino para instalar a esa cadena en Anfi Tauro (le ganó Suso el del Spar, pero Santana Cazorla ordenó pagarle para no cabrear al hermano). Así que había que buscarle una salida profesional y ya entonces Repsol le sonaba muy bien al hoy ministro. No sabemos si Juan Miguel Sanjuan hizo alguna gestión, pero de haberla hecho, desde luego no fructificó. En algunos círculos cercanos al empresario se reduce a éste el único agravio que podría computarse en su contra.

Por más que hemos buscado y rebuscado en nuestros archivos no conseguimos encontrar una ofensa del calibre necesario para que el segundo en la lista de perseguidos por la Fiscalía sea el presidente de Satocan, Juan Miguel Sanjuan. Se le atribuye, como saben, haberse aprovechado de su condición de socio y consejero de Emalsa (por la vía de Sacyr-Valoriza) y de Sercanarias (por lo mismo) para negociar ese mega-contrato de alquiler de la nueva sede de la compañía mixta en el centro comercial Las Ramblas, de su propiedad. Un pingüe negocio por el que morderá la incómoda silla del imputado ante el juez Luis Galván. Sanjuan es un hombre de derechas, moderado y prudente, pero de derechas, al que sin embargo no se le atribuye ser un financiador gris del Partido Popular. A sus allegados confiesa que jamás le pidieron dinero de ese partido y que, por lo tanto, no es un ajuste de cuentas (no satisfechas) lo que puede haber en el trasfondo. Lo más preocupante que podría tener en su debe frente a José Manuel Soria es no haber satisfecho en su día un ruego que le hizo. Corría el año 2006, con el señor ministro ocupando la presidencia del Cabildo de Gran Canaria. Acababa de estrenar su nueva mansión en Tafira Alta tras aquellos dos años de obras que él sufrió estoicamente viviendo en versión okupa en el chalet de Javier Esquivel. El matrimonio Soria invitó al matrimonio Sanjuan a cenar y, a los postres, el presidente del Cabildo le pidió que intercediera por su hermano Luis ante la compañía Repsol, en cuyo paquete accionarial acababa de meterse Sacyr. No era aquella la primera vez, ni sería la última, que Soria buscaría empleo para su hermano menor, al que ya había logrado situar en Trasmediterránea y luego, entre 2003 y 2005, en la Consejería de Industria para que hiciera un desaguisado cada día. Pero se había quedado en el paro, y no bastaban los 100.000 euros que consiguió rascar como comisionista frustrado (e ilegal) de Hiperdino para instalar a esa cadena en Anfi Tauro (le ganó Suso el del Spar, pero Santana Cazorla ordenó pagarle para no cabrear al hermano). Así que había que buscarle una salida profesional y ya entonces Repsol le sonaba muy bien al hoy ministro. No sabemos si Juan Miguel Sanjuan hizo alguna gestión, pero de haberla hecho, desde luego no fructificó. En algunos círculos cercanos al empresario se reduce a éste el único agravio que podría computarse en su contra.