El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Gran Marina de Arnáiz en Moya
No ha perdido actualidad ese portento de gestión portuaria que fue José Manuel Arnáiz, autor, entre otros best seller, de El lado oscuro de Sestiba; Ay Pepa, no me des tormento; El triángulo de la inercia o Desayuno con tres cafres. Arnáiz pasará a la historia de Canarias por ser el agente peor parado de todos los que intervinieron en las operaciones fraudulentas que se gestaron en ese bienio negro de 2003 a 2005 en la Autoridad Portuaria de Las Palmas. Y como buena marioneta que fue, anda el hombre sin escudos que le protejan de lo que se le viene encima porque es sabido que Roma no paga machangadas. De esa guisa anda Arnáiz tocando de puerta en puerta buscando financiación para comprar una parcelita en la costa del Pagador, municipio de Moya, norte de Gran Canaria, a ver si puede hacer una promocioncita de chalecitos adosados con un parquecito coqueto. No hay muelle deportivo, pero el inquieto promotor lo anda vendiendo como frente marítimo de Moya. Y dos piedras, sí señor.
No ha perdido actualidad ese portento de gestión portuaria que fue José Manuel Arnáiz, autor, entre otros best seller, de El lado oscuro de Sestiba; Ay Pepa, no me des tormento; El triángulo de la inercia o Desayuno con tres cafres. Arnáiz pasará a la historia de Canarias por ser el agente peor parado de todos los que intervinieron en las operaciones fraudulentas que se gestaron en ese bienio negro de 2003 a 2005 en la Autoridad Portuaria de Las Palmas. Y como buena marioneta que fue, anda el hombre sin escudos que le protejan de lo que se le viene encima porque es sabido que Roma no paga machangadas. De esa guisa anda Arnáiz tocando de puerta en puerta buscando financiación para comprar una parcelita en la costa del Pagador, municipio de Moya, norte de Gran Canaria, a ver si puede hacer una promocioncita de chalecitos adosados con un parquecito coqueto. No hay muelle deportivo, pero el inquieto promotor lo anda vendiendo como frente marítimo de Moya. Y dos piedras, sí señor.