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Con Guillermo Reyes de cuerpo presente

No abandonamos la ciudad de Telde, donde como todo el mundo sabe, cualquier cosa puede ocurrir, con o sin escoba voladora. Por ejemplo, puede ocurrir que el pacto que catapultó a la alcaldía a una de las principales acusadas de la trama corrupta de Faycan lleve ya unos meses haciendo aguas por todos sus costados sin que haya un partido político con capacidad y/o ganas de arreglarlo. La doctrina imperante oscila entre el “que se cuezan a fuego lento, que nadie les mandó pactar”, que proclama el sector mayoritario de Nueva Canarias, el partido que obtuvo la minoría mayoritaria, insuficiente para gobernar; al “para lo que nos queda en el convento, nos cagamos dentro”, entonado no siempre con la misma armonía por los representantes de los tres partidos gobernantes (PP, Ciuca y Coalición Canaria). Del PSOE y de Más Por Telde poco cabe decir ante su escasa capacidad de maniobra, vinculada a lo que NC y CC se decidan a hacer. La política de verdad está ausente por completo de Telde, entendiendo por política de verdad la capacidad que han de demostrar los representantes de los ciudadanos para resolver los graves problemas de la colectividad por encima de sus intereses de partido o las más o menos profundas rencillas personales que bloquean evidentes salidas. La podredumbre que reina en el seno del gobierno municipal es de tal calibre que la alcaldesa ya no parece esconder su absoluta desconfianza a su número dos y compadre máximo, Guillermo Reyes, líder de la excéntrica y cáustica Ciuca. Desde que apartó de un manotazo a José Luis Mena, el chico para todo del urbanismo teldense, y con él, al concejal del PP Fran López, que formaba con el anterior un dúo de difícil digestión política y moral, las cosas entre Reyes y Castellano se desmoronaron por completo. La prueba más evidente la tenemos en el propietario del trasero que ocupa actualmente la alcaldía, que no es otro que Pablo Rodríguez, el líder local de Coalición Canaria, que ha pretendido (en ocasiones con éxito) situarse en un plano equidistante entre los dos gallitos principales del corral. En vez de una suplencia natural en la persona de Guillermo Reyes, que no está de vacaciones sino de cuerpo presente en Telde, la alcaldesa ha elegido al socio con menos concejales en el contubernio, lo que ha encendido a las masas reyistas de manera muy ruidosa. Nada hace presagiar que lo que resta de mandato, casi dos añitos, vaya a ser un mar de calma chicha, sino todo lo contrario.

No abandonamos la ciudad de Telde, donde como todo el mundo sabe, cualquier cosa puede ocurrir, con o sin escoba voladora. Por ejemplo, puede ocurrir que el pacto que catapultó a la alcaldía a una de las principales acusadas de la trama corrupta de Faycan lleve ya unos meses haciendo aguas por todos sus costados sin que haya un partido político con capacidad y/o ganas de arreglarlo. La doctrina imperante oscila entre el “que se cuezan a fuego lento, que nadie les mandó pactar”, que proclama el sector mayoritario de Nueva Canarias, el partido que obtuvo la minoría mayoritaria, insuficiente para gobernar; al “para lo que nos queda en el convento, nos cagamos dentro”, entonado no siempre con la misma armonía por los representantes de los tres partidos gobernantes (PP, Ciuca y Coalición Canaria). Del PSOE y de Más Por Telde poco cabe decir ante su escasa capacidad de maniobra, vinculada a lo que NC y CC se decidan a hacer. La política de verdad está ausente por completo de Telde, entendiendo por política de verdad la capacidad que han de demostrar los representantes de los ciudadanos para resolver los graves problemas de la colectividad por encima de sus intereses de partido o las más o menos profundas rencillas personales que bloquean evidentes salidas. La podredumbre que reina en el seno del gobierno municipal es de tal calibre que la alcaldesa ya no parece esconder su absoluta desconfianza a su número dos y compadre máximo, Guillermo Reyes, líder de la excéntrica y cáustica Ciuca. Desde que apartó de un manotazo a José Luis Mena, el chico para todo del urbanismo teldense, y con él, al concejal del PP Fran López, que formaba con el anterior un dúo de difícil digestión política y moral, las cosas entre Reyes y Castellano se desmoronaron por completo. La prueba más evidente la tenemos en el propietario del trasero que ocupa actualmente la alcaldía, que no es otro que Pablo Rodríguez, el líder local de Coalición Canaria, que ha pretendido (en ocasiones con éxito) situarse en un plano equidistante entre los dos gallitos principales del corral. En vez de una suplencia natural en la persona de Guillermo Reyes, que no está de vacaciones sino de cuerpo presente en Telde, la alcaldesa ha elegido al socio con menos concejales en el contubernio, lo que ha encendido a las masas reyistas de manera muy ruidosa. Nada hace presagiar que lo que resta de mandato, casi dos añitos, vaya a ser un mar de calma chicha, sino todo lo contrario.