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''Una huella imborrable en La Caja''

Como les hemos venido contando últimamente, las relaciones entre José Manuel Soria y Juan Francisco García no solamente se han enfriado, sino que han pasado a la posición de amigos que fuimos. Los más destacados articulistas de Canarias7 escriben cada día contra el vicepresidente del Gobierno, con una naturalidad tan pasmosa que casi parece que lo llevaran haciendo toda la vida. García se cabreó hace un tiempo con Soria por problemas meramente económicos, los que acucian en estos momentos a todos los medios de comunicación del mundo que, en el caso de Canarias, se traducen en la búsqueda del calorcito de los presupuestos públicos. Alguien debió advertir al consejero de Economía y Hacienda de que se acabaron las partidas para aquellos menesteres, y el editor ordenó fuego a discreción. Soria, que no se queda corto, ha mandado su primer misil tierra-tierra en forma de recordatorio de la “huella imborrable” que Juan Francisco García dejó tras sus 22 años de director general de La Caja. No seremos nosotros quienes defendamos esa gestión, pero está bonito Soria para hablar de huellas imborrables, porque las que ha venido dejando en las cuentas de las instituciones por las que ha pasado jamás se las hubieran permitido en una empresa privada.

Como les hemos venido contando últimamente, las relaciones entre José Manuel Soria y Juan Francisco García no solamente se han enfriado, sino que han pasado a la posición de amigos que fuimos. Los más destacados articulistas de Canarias7 escriben cada día contra el vicepresidente del Gobierno, con una naturalidad tan pasmosa que casi parece que lo llevaran haciendo toda la vida. García se cabreó hace un tiempo con Soria por problemas meramente económicos, los que acucian en estos momentos a todos los medios de comunicación del mundo que, en el caso de Canarias, se traducen en la búsqueda del calorcito de los presupuestos públicos. Alguien debió advertir al consejero de Economía y Hacienda de que se acabaron las partidas para aquellos menesteres, y el editor ordenó fuego a discreción. Soria, que no se queda corto, ha mandado su primer misil tierra-tierra en forma de recordatorio de la “huella imborrable” que Juan Francisco García dejó tras sus 22 años de director general de La Caja. No seremos nosotros quienes defendamos esa gestión, pero está bonito Soria para hablar de huellas imborrables, porque las que ha venido dejando en las cuentas de las instituciones por las que ha pasado jamás se las hubieran permitido en una empresa privada.