El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Un increíble carné de conducir
Jaleado por un abogado que pasará a los anales por sus ocurrencias y sus atrevimientos en este caso, el Zorro Plateado ha alegado en los juzgados que no puede entrar en prisión porque ha sufrido una dolencia cervical tras un accidente de circulación leve ocurrido en la confluencia de Bravo Murillo con León y Castillo, en Las Palmas de Gran Canaria. Fue un accidente tonto que no precisó el concurso del coche de atestados de la Policía Local y que Suárez Gil solventó con un parte amistoso no fuera a ser que alguien descubriera que su carné de conducir tiene la misma vigencia que una promesa electoral de Mariano Rajoy. Hombre de múltiples recursos y amistades siniestras en los más recónditos rincones de la Administración, Suárez Gil tiene un carné de conducir de chicha y nabos si atentemos a las vicisitudes que en 2000 sufrió para poderlo renovar. Su propio hijo, Alejandro, llegó a declarar en una ocasión que su padre no está en condiciones de ir conduciendo por ahí, y el accidente del otro día puede ser una buena muestra de esas premoniciones. Pero si no está para conducir ni para que le renueven el carné, ¿está para disponer de licencia de armas? Más bien diríamos que también por los pelos, por los pelos del tal Lorenzo, que se los chamuscó seguramente en una parrillada, como el santo de El Escorial de igual nombre, yendo y viniendo a las oficinas de la Guardia Civil y de la Jefatura Provincial de Tráfico. Pero todo se andará, que si lo trincaron con las manos en la masa en la Cámara, ¿quién se atreve a afirmar que de esta va a escaparse?
Jaleado por un abogado que pasará a los anales por sus ocurrencias y sus atrevimientos en este caso, el Zorro Plateado ha alegado en los juzgados que no puede entrar en prisión porque ha sufrido una dolencia cervical tras un accidente de circulación leve ocurrido en la confluencia de Bravo Murillo con León y Castillo, en Las Palmas de Gran Canaria. Fue un accidente tonto que no precisó el concurso del coche de atestados de la Policía Local y que Suárez Gil solventó con un parte amistoso no fuera a ser que alguien descubriera que su carné de conducir tiene la misma vigencia que una promesa electoral de Mariano Rajoy. Hombre de múltiples recursos y amistades siniestras en los más recónditos rincones de la Administración, Suárez Gil tiene un carné de conducir de chicha y nabos si atentemos a las vicisitudes que en 2000 sufrió para poderlo renovar. Su propio hijo, Alejandro, llegó a declarar en una ocasión que su padre no está en condiciones de ir conduciendo por ahí, y el accidente del otro día puede ser una buena muestra de esas premoniciones. Pero si no está para conducir ni para que le renueven el carné, ¿está para disponer de licencia de armas? Más bien diríamos que también por los pelos, por los pelos del tal Lorenzo, que se los chamuscó seguramente en una parrillada, como el santo de El Escorial de igual nombre, yendo y viniendo a las oficinas de la Guardia Civil y de la Jefatura Provincial de Tráfico. Pero todo se andará, que si lo trincaron con las manos en la masa en la Cámara, ¿quién se atreve a afirmar que de esta va a escaparse?