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OPINIÓN | 'Pesimismo y capitalismo', por Enric González

La nada inocua figura de Carlos Figueroa

Águeda Montelongo pasará a la historia del PP de Fuerteventura como la dirigente que dio la puntilla de gracia a esa organización, ya malherida tras el acalorado abandono protagonizado en 2007 por su histórico mantenedor, Domingo González Arroyo, marqués de las Dunas, que volverá a hacerse cargo de la organización una vez consiga que Soria ponga pies en polvorosa. Pero volvamos a Aguedita. La nueva presidenta insular intentó imponer un nuevo estilo, mayormente caracterizado por mano dura en guante de espinos, sin ningún miramiento hacia todo aquel o aquella que no comulgara con la disciplina que ella imponía, fuera estatutaria o no, muy al estilo de su señorito. Pero la señora Montelongo no ha estado sola en esta aventura de destrozar al PP majorero. Ha contado, para ello, con la inestimable ayuda del secretario de organización, Carlos Figueroa, un personaje decisivo en todo esto porque es, además de cómplice de muchas decisiones, el brazo ejecutor de la mayoría de ellas. Procedente de las Juventudes Socialistas, de las que fue líder insular, luego leal seguidor del marqués de las Dunas, pasó a convertirse en báculo y muletilla de la señora Montelongo, que lo ha convertido en portavoz municipal en Puerto del Rosario, en cuyo grupo político popular se encuentra ese famoso concejal que recibe fondos públicos para reinvertirlos en la imagen del partido. Nos recuerda a Mercedes Roldós, que abandonó el PSOE renegando de la corrupción y miren ustedes dónde anda metida.

Águeda Montelongo pasará a la historia del PP de Fuerteventura como la dirigente que dio la puntilla de gracia a esa organización, ya malherida tras el acalorado abandono protagonizado en 2007 por su histórico mantenedor, Domingo González Arroyo, marqués de las Dunas, que volverá a hacerse cargo de la organización una vez consiga que Soria ponga pies en polvorosa. Pero volvamos a Aguedita. La nueva presidenta insular intentó imponer un nuevo estilo, mayormente caracterizado por mano dura en guante de espinos, sin ningún miramiento hacia todo aquel o aquella que no comulgara con la disciplina que ella imponía, fuera estatutaria o no, muy al estilo de su señorito. Pero la señora Montelongo no ha estado sola en esta aventura de destrozar al PP majorero. Ha contado, para ello, con la inestimable ayuda del secretario de organización, Carlos Figueroa, un personaje decisivo en todo esto porque es, además de cómplice de muchas decisiones, el brazo ejecutor de la mayoría de ellas. Procedente de las Juventudes Socialistas, de las que fue líder insular, luego leal seguidor del marqués de las Dunas, pasó a convertirse en báculo y muletilla de la señora Montelongo, que lo ha convertido en portavoz municipal en Puerto del Rosario, en cuyo grupo político popular se encuentra ese famoso concejal que recibe fondos públicos para reinvertirlos en la imagen del partido. Nos recuerda a Mercedes Roldós, que abandonó el PSOE renegando de la corrupción y miren ustedes dónde anda metida.