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Jorge Rodríguez se crece

La noticia del día, y quizás de la legislatura, ha sido la dimisión de Alberto Ruiz-Gallardón como ministro de Justicia y como político a tiempo completo. La escenificó, como ya sabrán todos nuestros atentos lectores, después de que Mariano Rajoy lo desautorizara con la contrarreforma de la Ley del Aborto ante la evidencia de que el Gobierno que sustituya al actual la derogaría en el minuto uno. Ha sido este, el de retirar el proyecto de ley, el primer incumplimiento que ha generado, podríamos decir que a partes iguales, regocijo entre la progresía e indignación a raudales en el sector más cavernícola del PP, lo cual tiene un mérito innegable. Pero por desgracia de todos los que les votaron fervientemente en 2011 y del resto del público municipal y espeso, no es el único incumplimiento programático del partido en el Gobierno. El catálogo se haría interminable y hasta soporífero, como se encargó de recordarlo este martes, desde la tribuna de oradores del Parlamento de Canarias, ayudándose de las nuevas tecnologías implantadas en Teobaldo Power, el consejero de Hacienda. Javier González Ortiz estaba indignado con los improperios que la semana pasada y ayer mismo lanzó contra el Gobierno ese pedazo de diputado alicatado hasta el techo que responde al nombre de Jorge Rodríguez. O, en aplicación de la sorna popular y parlamentaria, el hombre que no presionó demasiado. El absuelto dirigente pepero se ha crecido (por encima incluso del techo) tras la sentencia del caso Grupo Europa, en la que salió de rosita gracias a la amplia manga (y sus puñetas) del magistrado ponente, el presidente de la Audiencia Nacional José Ramón Navarro Miranda, que rebajó el poder de Rodríguez hasta límites tan escuálidos que le deberían llevarlo a meditar si para eso vale la pena estar en política. Que tengas el poder que te dan las urnas y tu partido y que venga un juez a decirte que no meas un carajo debe ser duro para un político, aunque sea para perdonarte unos añitos de prisión. Quizás por eso su discurso político ya no se lo cree ni la bancada del Partido Popular.

Y se pone faltón

Se ha venido arriba Jorge Rodríguez, como decíamos, pero ya desde la semana pasada, coincidiendo con la publicación de la sentencia que algunos de sus compañeros de escaño parecían conocer de antemano. Esa euforia le llevó el pasado pleno del Parlamento a llamar “trileros, depredadores, rapiñadores fiscales, vampiros y mentirosos” a los miembros del Gobierno de Canarias por la política fiscal que aplican. Este martes, sin embargo, la crecida ha llegado al desbordamiento porque, en un rapto de excitación, llegó a asegurar ante una cámara semivacía pero boquiabierta que Canarias mantiene “los tipos impositivos más altos de España”. Y se quedó tan campante. No es que defendamos la política fiscal de este Gobierno ni la subida de dos puntos en el IGIC, decretada cuando Mariano Rajoy subía tres el IVA. Lo que repudiamos es la mentira monda y lironda. Porque por mucho que el señor diputado se crea ungido por una sentencia absolutoria, el 7% de IGIC es exactamente la tercera parte de lo que paga el resto de España por IVA, sin mencionar otros impuestos que canarios y continentales pagan a mansalva gracias a los bocados que su partido ha propinado a las clases cotizantes, mayormente medias. Pero como González Ortiz parecía tener ya la cachimba llena, respondió a Jorge Rodríguez con un atronador vídeo en el que se sucedían promesas electorales lanzadas por la alta dirigencia de su partido que fueron una a una incumpliéndose durante estos tres años de legislatura. El recorrido de tres minutos de duración no precisó de muchos comentarios del consejero de Hacienda, aunque a decir verdad tanto a Jorge Rodríguez como a los pocos compañeros de escaño que quedaban en el salón parecía darle todo lo mismo de tan habitual que resulta ya demostrar que el PP miente un día sí y el otro también. Y ahí tienen al mismísimo Gallardón para recordarlo crudamente.

Más voces y más pruebas contra el petróleo

75 parlamentarios de veinte países y 23 grupos políticos habían estampado hasta este martes su firma en el manifiesto contra las prospecciones petrolíferas en aguas de Canarias justo en vísperas del examen que ha de pasar el ex ministro Arias Cañete en su atribulada carrera hacia una cartera en la Comisión Europea. Este martes fue un día muy significado en la estrategia propagandística contra los sondeos que lidera la Oficina de Acción Glogal (OAG) del Cabildo de Lanzarote, que está consiguiendo interesantes hitos políticos y sociales. No es en absoluto baladí que la polémica toque a la puerta en la Eurocámara porque las instituciones comunitarias van a tener que mojarse en relación con vulneraciones a sus directivas por parte del Gobierno de España, y más concretamente del que fuera su ministro de Medio Ambiente, hoy en capilla para ver si lo dejan ser comisario de Energía y Sostenibilidad (manda Trillos). Contra él, además de sus negocios manifiestamente incompatibles, se suman cada día pruebas de negligencia supina en la tramitación de la Declaración de Impacto Ambiental en favor de Repsol. Negligencias que tienen todo el color y el sabor del trato de favor a la petrolera, a la que se le consintió de todo durante la tramitación del expediente, hasta fijar el radio de afección de la contaminación acústica de los sondeos por encima de los informes internos del propio ministerio para evitar lo que todo el mundo da por hecho: que habrá perjuicios al Lugar de Interés Comunitario que el mismo ex ministro frenó abyectamente para tramitarlo tras las bendiciones a Brufau. Y lo sabemos cuando se ha avistado entre Lanzarote y Fuerteventura un magnífico ejemplar de ballena azul que confirma los informes científicos de que la zona se ha convertido en paso de muchas especies marinas protegidas.

La noticia del día, y quizás de la legislatura, ha sido la dimisión de Alberto Ruiz-Gallardón como ministro de Justicia y como político a tiempo completo. La escenificó, como ya sabrán todos nuestros atentos lectores, después de que Mariano Rajoy lo desautorizara con la contrarreforma de la Ley del Aborto ante la evidencia de que el Gobierno que sustituya al actual la derogaría en el minuto uno. Ha sido este, el de retirar el proyecto de ley, el primer incumplimiento que ha generado, podríamos decir que a partes iguales, regocijo entre la progresía e indignación a raudales en el sector más cavernícola del PP, lo cual tiene un mérito innegable. Pero por desgracia de todos los que les votaron fervientemente en 2011 y del resto del público municipal y espeso, no es el único incumplimiento programático del partido en el Gobierno. El catálogo se haría interminable y hasta soporífero, como se encargó de recordarlo este martes, desde la tribuna de oradores del Parlamento de Canarias, ayudándose de las nuevas tecnologías implantadas en Teobaldo Power, el consejero de Hacienda. Javier González Ortiz estaba indignado con los improperios que la semana pasada y ayer mismo lanzó contra el Gobierno ese pedazo de diputado alicatado hasta el techo que responde al nombre de Jorge Rodríguez. O, en aplicación de la sorna popular y parlamentaria, el hombre que no presionó demasiado. El absuelto dirigente pepero se ha crecido (por encima incluso del techo) tras la sentencia del caso Grupo Europa, en la que salió de rosita gracias a la amplia manga (y sus puñetas) del magistrado ponente, el presidente de la Audiencia Nacional José Ramón Navarro Miranda, que rebajó el poder de Rodríguez hasta límites tan escuálidos que le deberían llevarlo a meditar si para eso vale la pena estar en política. Que tengas el poder que te dan las urnas y tu partido y que venga un juez a decirte que no meas un carajo debe ser duro para un político, aunque sea para perdonarte unos añitos de prisión. Quizás por eso su discurso político ya no se lo cree ni la bancada del Partido Popular.

Y se pone faltón