El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
La jugada casi perfecta de Clavijo
Todo se le torció a Fernando Clavijo cuando desde sus propias filas le preguntaron si se había vuelto loco respaldando la moción de censura de Granadilla. Hasta ese momento, el alcalde-presidente de Canarias dejaba actuar a los suyos a su libre albedrío en aplicación de la estrategia de recuperar todo el poder local que fuera posible en la isla de Tenerife, para revertir lo que las fuerzas vivas de la siempreviva ATI (la Agrupación Tinerfeña de Independientes) consideraron una rendición de Paulino Rivero en la última de sus legislaturas. En ese momento encargó al secretario general de Coalición Canaria y viceconsejero de Presidencia, el leal y diligente José Miguel Barragán, que tratara de arreglar el entuerto, que convenciera a los censurantes de Granadilla de una marcha atrás imposible. Imposible porque ya se habían cerrado todas las conversaciones con Asier Antona, el presidente del Partido Popular, que para entonces ya repartía cargos sin esperar a la votación del martes; imposible porque ya se le habían resuelto los problemas económicos al concejal de Ciudadanos decisivo para el éxito de la escaramuza granadillera; imposible porque la CC de la localidad tenía muy claro que no daría marcha atrás teniendo como tuvo la bendición del líder del PP en la isla y alcalde-presidente de toda la región. Nadie les pidió jamás que retiraran la censura, quizás porque sabían que era una pérdida de tiempo.
Barragán hizo lo que pudo. Negoció hasta la extenuación con los suyos y con el PSOE, y hasta llegó a comprometer su cargo como secretario general si fracasaba en el intento. Por el camino quiso escamotear la traición de su partido tras una traición del PSOE, pero las cuentas no salieron y acabó por reconocer que quienes volvieron a faltar a la palabra dada fueron los nacionalistas canarios. Mantuvo el tipo hasta el final, pero este mismo miércoles, al ver la reacción de toda la organización, incluyendo un sector significativo de la isla de Tenerife, ya tiró la toalla y anunció que el sábado hará efectiva su dimisión ante los órganos de su partido. El Hierro, La Palma, Lanzarote y Fuerteventura han mostrado su rechazo al modo de actuar que ha acabado con el pacto regional, y hasta puede que esta semana se haya plantado la semilla de una próxima ruptura en el seno de CC.
Con su renuncia –si se consuma- Barragán salva el cuello al verdadero autor intelectual de esta nueva traición de Coalición Canaria al PSOE, el alcalde-presidente Fernando Clavijo, que no desaprovechará la oportunidad para colocar en el puesto de número dos del partido a alguien de su más absoluta confianza, alguien del tipo José Miguel Ruano o Rosa Dávila. Las organizaciones insulares ajenas a Tenerife volverán a poner el grito en el cielo.
La cabeza de Clavijo
Pero al PSOE no le va a bastar con la dimisión de Barragán. Nunca pidieron su cabeza porque en la organización socialista saben que fue el único que actuó con diligencia en esta enésima crisis del pacto, el único que nunca estuvo en la cocina de la moción de censura de Granadilla. El PSOE quiere la cabeza de Clavijo, que sí firmó el acuerdo en el que se comprometía, como secretario general de CC en Tenerife, a no tocar Granadilla, y el que ha liderado estos quince últimos meses todos los ataques que el PSOE ha sufrido en esa isla y en el mismísimo seno del Gobierno.
En la Ejecutiva Regional de ayer, el PSOE hizo un repaso detallado de los atropellos y traiciones que ha sufrido desde que CC compró los votos necesarios para hacer a Fernando Clavijo candidato a presidente del Gobierno y líder –aún en ciernes- de la organización. Se relataron no solo traiciones en instituciones como Santa Cruz de Tenerife, el Puerto de La Cruz, La Laguna o esta reciente de Granadilla. Más humillantes han sido las faltas de lealtad dentro del Gobierno, la última de ellas la de cerrar el presupuesto precipitadamente desoyendo las recomendaciones y lo acordado con la parte socialista del Ejecutivo con el fin de ejercer desde el mes de septiembre el control de todas las consejerías desde la de Hacienda. Y culpando de ello a la de Sanidad, donde se ha perpetrado otra traición intolerable amplificando la tradicional desviación presupuestaria y luego presentando al mismísimo alcalde-presidente como Superman reuniendo a los gerentes de los hospitales para prometerles cinco millones más de euros que, según los cálculos expertos, no existen.
Por los suelos con la Ley del Suelo
Pero es que antes de Sanidad, Clavijo y los suyos arrodillaron a los socialistas obligándoles a tragarse un proyecto de Ley del Suelo que no está en el pacto de Gobierno y que, de triunfar en su actual tramitación parlamentara, supondrá una ruptura traumática con los principios del PSOE hasta ahora intocables en materia de protección ambiental y ordenación del territorio.
Por no hablar del reparto del famoso Impuesto General de Tráfico de Empresas, el extinto IGTE, que empezó colocándose en la opinión pública como la panacea para el cambio de modelo productivo de Canarias y ha terminado convirtiéndose en otro abrevadero para echar de comer a los alcaldes afines mediante el pago de facturas pendientes. Vergonzoso.
A los socialistas se les ha llenado la cachimba, y este miércoles han decidido iniciar una ruptura serena de su pacto con Coalición Canaria. Es muy probable que se le pida a los nacionalistas un sacrificio alto: que se renegocien los acuerdos con otro interlocutor que no sea Clavijo, del que ya no se fían. También es probable que la organización espere acontecimientos, a ver cómo se van moviendo otras instituciones, como el Ayuntamiento de Arona, donde saben que el PP y ATI se están organizando para quitar al alcalde del PSOE.
El Partido Socialista dejará que los suyos hagan sus tanteos en los cabildos de La Palma (Anselmo Pestana es presidente apoyado por los nacionalistas de José Luis Perestelo), Lanzarote o Fuerteventura, islas estas dos últimas donde el PSOE cogobierna con presidentes de CC. Pero sobre todo dejará vía libre a que cada organización insular se despache a gusto ejerciendo de censurantes allí donde pueda triunfar una acción que descabalgue a CC del poder. En Tenerife correrían peligro ahora mismo las alcaldías de Icod de los Vinos y Tacoronte.
Queda pendiente la resolución de La Laguna, el único bastión de CC que haría que Clavijo se saliera de nuevo de sus casillas. La división interna que ahora mismo reina en el PSOE lagunero impide de momento el éxito de una censura al alcalde José Alberto Díaz, pero los números salen al inquieto Javier Abreu. Todo va a depender de cómo evolucionen los acontecimientos estos próximos días.
También queda pendiente de conocer qué va a pasar a partir de ahora con la inquietud que se generó en la Ejecutiva socialista de este miércoles al descubrirse que algún miembro de ese órgano utilizó su teléfono móvil para retransmitir, presuntamente a un periodista de La Provincia, todas las intervenciones que se produjeron. Algunas de ellas van a hacer gracia maldita al señor alcalde-presidente de esta sandungera nacionalidad.
Todo se le torció a Fernando Clavijo cuando desde sus propias filas le preguntaron si se había vuelto loco respaldando la moción de censura de Granadilla. Hasta ese momento, el alcalde-presidente de Canarias dejaba actuar a los suyos a su libre albedrío en aplicación de la estrategia de recuperar todo el poder local que fuera posible en la isla de Tenerife, para revertir lo que las fuerzas vivas de la siempreviva ATI (la Agrupación Tinerfeña de Independientes) consideraron una rendición de Paulino Rivero en la última de sus legislaturas. En ese momento encargó al secretario general de Coalición Canaria y viceconsejero de Presidencia, el leal y diligente José Miguel Barragán, que tratara de arreglar el entuerto, que convenciera a los censurantes de Granadilla de una marcha atrás imposible. Imposible porque ya se habían cerrado todas las conversaciones con Asier Antona, el presidente del Partido Popular, que para entonces ya repartía cargos sin esperar a la votación del martes; imposible porque ya se le habían resuelto los problemas económicos al concejal de Ciudadanos decisivo para el éxito de la escaramuza granadillera; imposible porque la CC de la localidad tenía muy claro que no daría marcha atrás teniendo como tuvo la bendición del líder del PP en la isla y alcalde-presidente de toda la región. Nadie les pidió jamás que retiraran la censura, quizás porque sabían que era una pérdida de tiempo.
Barragán hizo lo que pudo. Negoció hasta la extenuación con los suyos y con el PSOE, y hasta llegó a comprometer su cargo como secretario general si fracasaba en el intento. Por el camino quiso escamotear la traición de su partido tras una traición del PSOE, pero las cuentas no salieron y acabó por reconocer que quienes volvieron a faltar a la palabra dada fueron los nacionalistas canarios. Mantuvo el tipo hasta el final, pero este mismo miércoles, al ver la reacción de toda la organización, incluyendo un sector significativo de la isla de Tenerife, ya tiró la toalla y anunció que el sábado hará efectiva su dimisión ante los órganos de su partido. El Hierro, La Palma, Lanzarote y Fuerteventura han mostrado su rechazo al modo de actuar que ha acabado con el pacto regional, y hasta puede que esta semana se haya plantado la semilla de una próxima ruptura en el seno de CC.