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Larry a la fuga

Un contratiempo lo tiene cualquiera, y este miércoles lo tuvo Luis Larry Álvarez a la hora de comer. El hombre había reservado mesa para tres, a las tres y cuarto, en un mediterráneo restaurante de la calle El Hierro. A la hora convenida, constituyóse en el establecimiento el vicepresidente último del Cabildo, a modo de avanzadilla o explorador del terreno, previo a la llegada de los otros dos comensales. Tras recorrer con su inquieta mirada la identidad, filiación y posición de los demás clientes del restaurante, el vigía tiró de teléfono móvil y alertó a la tropa, no sin salir por patas simultáneamente. Un cuarto de hora después, la misma secretaria de Presidencia del Cabildo que había hecho la reserva explicaba al maitre que a las autoridades les había surgido un contratiempo y que tenían que anular la reserva. Buscamos por los restaurantes de los alrededores, incluida Casa Ricardo, que despacha suculentos perritos, y no nos encontramos con la comitiva. Hacemos votos por que nadie se haya quedado sin comer, que a esas horas, y con los jugos gástricos empujando, es complicado encontrar condumio.

Un contratiempo lo tiene cualquiera, y este miércoles lo tuvo Luis Larry Álvarez a la hora de comer. El hombre había reservado mesa para tres, a las tres y cuarto, en un mediterráneo restaurante de la calle El Hierro. A la hora convenida, constituyóse en el establecimiento el vicepresidente último del Cabildo, a modo de avanzadilla o explorador del terreno, previo a la llegada de los otros dos comensales. Tras recorrer con su inquieta mirada la identidad, filiación y posición de los demás clientes del restaurante, el vigía tiró de teléfono móvil y alertó a la tropa, no sin salir por patas simultáneamente. Un cuarto de hora después, la misma secretaria de Presidencia del Cabildo que había hecho la reserva explicaba al maitre que a las autoridades les había surgido un contratiempo y que tenían que anular la reserva. Buscamos por los restaurantes de los alrededores, incluida Casa Ricardo, que despacha suculentos perritos, y no nos encontramos con la comitiva. Hacemos votos por que nadie se haya quedado sin comer, que a esas horas, y con los jugos gástricos empujando, es complicado encontrar condumio.