El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Lavandería en el Teatro Viejo
El alcalde estaba eufórico, nos consta. Eran sus primeras fiestas y el hombre debe haber pensado que toda la población de Gáldar está que se muere de gusto de tener un hombre como él al frente de la Corporación, un empresario moderado, con modales, del PP (con lo que eso viste) y bien parecido. Encima, el hombre atesora la cualidad de dar entrada a la oposición más necesitada en los presupuestos municipales. Por lo tanto, tenía el alcalde motivos suficientes para sentirse eufórico en un día como aquél y aflojarse él solito casi media botella de licor de yerbas. Sus conocimientos etílicos no le asistieron y olvidó que tal ingesta de alcohol le podía producir una tremenda cagalera que dejara perdidas todas las alfombras del viejo edificio del Ayuntamiento y que obligara a varios colaboradores suyos -entre los que parece que no se encontraba la concejala Chona, la sociata- a ejecutar una penosa tarea de limpieza y desinfección. No dieron abasto, por lo que nos consta.
El alcalde estaba eufórico, nos consta. Eran sus primeras fiestas y el hombre debe haber pensado que toda la población de Gáldar está que se muere de gusto de tener un hombre como él al frente de la Corporación, un empresario moderado, con modales, del PP (con lo que eso viste) y bien parecido. Encima, el hombre atesora la cualidad de dar entrada a la oposición más necesitada en los presupuestos municipales. Por lo tanto, tenía el alcalde motivos suficientes para sentirse eufórico en un día como aquél y aflojarse él solito casi media botella de licor de yerbas. Sus conocimientos etílicos no le asistieron y olvidó que tal ingesta de alcohol le podía producir una tremenda cagalera que dejara perdidas todas las alfombras del viejo edificio del Ayuntamiento y que obligara a varios colaboradores suyos -entre los que parece que no se encontraba la concejala Chona, la sociata- a ejecutar una penosa tarea de limpieza y desinfección. No dieron abasto, por lo que nos consta.