El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Lección de arremetida democrática
No fue un acto cualquiera el del pasado viernes en el auditorio Alfredo Kraus, de Las Palmas de Gran Canaria. Se entregaban los honores y distinciones que cada año otorga el Cabildo de la isla coincidiendo con el aniversario de su fundación (y ya van 103 años, nada menos) a personas que han destacado por su labor a favor de la sociedad. Hubo premiados muy significativos, tres de ellos comunicadores: la popular Mara González, eterna locutora de Radio Las Palmas, entregada toda su vida a hacer más llevadera la vida de sus oyentes y de los que no lo eran; el periodista Antonio Betancor, La Voz, el hombre que tomó de manera altamente cualificada el testigo de Nanino Díaz Cutillas al frente del programa de folclore Tenderete (TVE-Canarias), y Adolfo Santana, un reportero pegado a su tierra que siempre huyó de los honores aunque se los mereciera todos. Fueron estos premiados y sobre todo la activista Koldobi Velasco (que lució cartel reivindicativo y a la que en el guión se empeñaron en llamarla solo por sus dos nombres de pila), los que cosecharon en mayor grado el fervor del público si exceptuamos a Antonio González Viéitez, hijo predilecto de Gran Canaria, economista, profesor, ensayista, político y, sobre todo, un tipo con un compromiso insobornable que sostiene en alto a pesar del debilitamiento que le debe estar provocando la enfermedad que padece. Cualquiera que lo oyera con los ojos cerrados y no apreciara que habló desde una silla de ruedas creería que hablaba el Toni Viéitez de siempre: analista, contundente, animoso, muy crítico, pero también optimista pese al inquietante panorama que nos imponen. Llamó a la rebelión, la misma que él siempre adoptó, a la rebelión en forma de arremetida personal y colectiva, ese conjunto de acciones y sus consiguientes transformaciones que han conducido a la civilización hasta aquí. Una embestida que cada uno debe interpretar y protagonizar desde su rinconcito para contribuir a que esto mejore, para salir de este “precariado” y alumbrar los avances que para él tuvieron su cumbre en la Declaración Universal de los Derechos Humanos . Antonio González Viéitez, colaborador habitual de este periódico, de lo que siempre hemos estado muy orgullosos, fue sabiamente elegido por todos los premiados para hablar en su nombre (“Miren a este conjunto de personas que cada día están arremetiendo democráticamente para cambiar el mundo”). Lo hizo magníficamente bien, emotivamente insuperable. Él sigue haciendo sus arremetidas democráticas incansablemente para orgullo de todos nosotros.
¿Regasificadora? El ejemplo de Uruguay
Ya nos ha echado la pata por delante Uruguay en energías renovables. Sólo el 8% de la energía que se genera en el país proviene de centrales térmicas y el peso de las renovables ya es en el sistema del 18% (datos de 2015). Y no lo dice la Mancomunidad del Sureste de Gran Canaria, la entidad más puntera de Canarias, y una de las más destacadas de España, en la lucha a favor de la penetración de nuevas energías y postergación de las fósiles. Lo dice la consultora internacional Deloitte en un informe de hace tan solo seis días en el que concluye que hay que plantearse aparcar seriamente el debate de introducción de una regasificadora que sustituya paulatinamente a las renovables, lo mismo que pretende en Canarias su Gobierno regional jaleado por los mismos poderes que hasta la fecha han conseguido frenar la implantación de las renovables. Si el gas como combustible de transición se plantea para una rebaja de costes, ya puede el Gobierno de España variar su diseño de subvenciones al generador exclusivo en Canarias, Unelco-Endesa, para obligarle a ser más eficiente aprovechando ahora que el precio del petróleo está por los suelos. Y, paralelamente, en la misma dirección, dar un impulso serio a las energías verdes para que, con su evidente menor coste, nos ahorremos esa tan manida transición. La ecuación se resolvería casi de inmediato a favor de todas las variables positivas: menor coste de generación, menos emisiones contaminantes, menos precio en el recibo de la luz y título mundial de ejemplo de sostenibilidad para las Islas Canarias. Sí, suena a repetitivo, pero más repetitivo es el empeño de los poderes salvajes por obviarlo. De nada.
El PP desprecia a uno de los suyos
Ocurrió este jueves en Santa Cruz de Tenerife. En ejecución de un acuerdo plenario de su Ayuntamiento, el alcalde, José Manuel Bermúdez, presidía el acto de rotulación de una calle con el nombre de Alfonso Soriano Benítez de Lugo. Se le reconocía a este veterano abogado su amplia trayectoria política y, especialmente, haber sido el primer presidente de la primera forma autonómica que tuvo Canarias, la Junta de Canarias. Proviene de la UCD y, al disolverse esta, entró a formar parte del Partido Popular, donde ha sido más de dos décadas diputado nacional o senador. Su carrera en la política acabó como concejal del Ayuntamiento de Santa Cruz arrimado como un jarrón chino por los suyos, ingratos y vengativos por la postura crítica que en estos últimos años adoptó ante la mediocridad que se instalaba en la formación que en Tenerife dirige ahora Manuel Domínguez tras el paso de Cristina Tavío. Llegada una oportunidad magnífica para despedirlo con todos los honores, el descubrimiento de la placa de la calle que lleva su nombre en Cabo Llanos, la dirigencia pepera tinerfeña optó por ignorarle y enviar a dos concejales rasos de Santa Cruz. Coalición Canaria, además del alcalde, convocó a personalidades como Manuel Hermoso, otro histórico que presidió Canarias. Entre el público sí se pudo ver a otros represaliados del PP, Miguel Cabrera Pérez-Camacho, el único que ha puesto en un brete al Gran Timonel en una reunión de la directiva regional, y Ángel Llanos, que se marchó dando un portazo a la corrupción de Zerolo en el Ayuntamiento. Para el anecdotario queda que con Alfonso Soriano se perpetúa una saga con nombre en el callejero de Santa Cruz: su padre también tiene una.
No fue un acto cualquiera el del pasado viernes en el auditorio Alfredo Kraus, de Las Palmas de Gran Canaria. Se entregaban los honores y distinciones que cada año otorga el Cabildo de la isla coincidiendo con el aniversario de su fundación (y ya van 103 años, nada menos) a personas que han destacado por su labor a favor de la sociedad. Hubo premiados muy significativos, tres de ellos comunicadores: la popular Mara González, eterna locutora de Radio Las Palmas, entregada toda su vida a hacer más llevadera la vida de sus oyentes y de los que no lo eran; el periodista Antonio Betancor, La Voz, el hombre que tomó de manera altamente cualificada el testigo de Nanino Díaz Cutillas al frente del programa de folclore Tenderete (TVE-Canarias), y Adolfo Santana, un reportero pegado a su tierra que siempre huyó de los honores aunque se los mereciera todos. Fueron estos premiados y sobre todo la activista Koldobi Velasco (que lució cartel reivindicativo y a la que en el guión se empeñaron en llamarla solo por sus dos nombres de pila), los que cosecharon en mayor grado el fervor del público si exceptuamos a Antonio González Viéitez, hijo predilecto de Gran Canaria, economista, profesor, ensayista, político y, sobre todo, un tipo con un compromiso insobornable que sostiene en alto a pesar del debilitamiento que le debe estar provocando la enfermedad que padece. Cualquiera que lo oyera con los ojos cerrados y no apreciara que habló desde una silla de ruedas creería que hablaba el Toni Viéitez de siempre: analista, contundente, animoso, muy crítico, pero también optimista pese al inquietante panorama que nos imponen. Llamó a la rebelión, la misma que él siempre adoptó, a la rebelión en forma de arremetida personal y colectiva, ese conjunto de acciones y sus consiguientes transformaciones que han conducido a la civilización hasta aquí. Una embestida que cada uno debe interpretar y protagonizar desde su rinconcito para contribuir a que esto mejore, para salir de este “precariado” y alumbrar los avances que para él tuvieron su cumbre en la Declaración Universal de los Derechos Humanos . Antonio González Viéitez, colaborador habitual de este periódico, de lo que siempre hemos estado muy orgullosos, fue sabiamente elegido por todos los premiados para hablar en su nombre (“Miren a este conjunto de personas que cada día están arremetiendo democráticamente para cambiar el mundo”). Lo hizo magníficamente bien, emotivamente insuperable. Él sigue haciendo sus arremetidas democráticas incansablemente para orgullo de todos nosotros.