El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Más liderazgos en cuarentena
No hace falta ser el más avispado analista político para apreciar que la crisis de liderazgos que impera en Europa va descendiendo en cascada hasta llegar a los más recónditos rincones del viejo continente, incluyendo sus territorios de ultramar. Y en ultramar, o ultraperiferia, nos encontramos nosotros, esos canaritos que soportamos el mayor nivel de paro, la mayor tasa de fracaso escolar, los peores ratios de marginación y pobreza y el más angustioso de los desprecios del gobierno de la metrópoli. En ese escenario tan edificante, los partidos políticos se empeñan en no dar la menor muestra de innovación, de revolución, de sintonía con la sociedad a la que deberían representar como primera catapulta que son para acceder a las instituciones. Los congresos de los tres principales partidos con representación parlamentaria no han hecho otra cosa que evidenciar esa colosal y frustrante lejanía respecto al cuerpo electoral, al que hipnotizan con los mismos cantos de sirena de los tiempos de Adolfo Suárez, por situarnos en los albores democráticos. El PP, empecemos en orden cronológico, rindió tributo a su líder indiscutible e indiscutido, el caudillo intocable, el más poderoso mesías, el único e irrepetible dirigente? que no permite la menor oposición. Baste esa descripción para saltar al siguiente, porque siendo cierto que no es el líder el que cambia las ideas, en el caso del PP, nadie se plantea ninguna de las dos cosas. ¿Para qué? Mira que destacamos lo que recogieron los nuevos estatutos del PP canario acerca de la expulsión de los procesados, todavía siguen en estado de gracia dos que son carne de inminente banquillo. Y tiran porque les toca. Luego, de las innovaciones del PP, mejor ni hablar, que nos salen ronchones.
No hace falta ser el más avispado analista político para apreciar que la crisis de liderazgos que impera en Europa va descendiendo en cascada hasta llegar a los más recónditos rincones del viejo continente, incluyendo sus territorios de ultramar. Y en ultramar, o ultraperiferia, nos encontramos nosotros, esos canaritos que soportamos el mayor nivel de paro, la mayor tasa de fracaso escolar, los peores ratios de marginación y pobreza y el más angustioso de los desprecios del gobierno de la metrópoli. En ese escenario tan edificante, los partidos políticos se empeñan en no dar la menor muestra de innovación, de revolución, de sintonía con la sociedad a la que deberían representar como primera catapulta que son para acceder a las instituciones. Los congresos de los tres principales partidos con representación parlamentaria no han hecho otra cosa que evidenciar esa colosal y frustrante lejanía respecto al cuerpo electoral, al que hipnotizan con los mismos cantos de sirena de los tiempos de Adolfo Suárez, por situarnos en los albores democráticos. El PP, empecemos en orden cronológico, rindió tributo a su líder indiscutible e indiscutido, el caudillo intocable, el más poderoso mesías, el único e irrepetible dirigente? que no permite la menor oposición. Baste esa descripción para saltar al siguiente, porque siendo cierto que no es el líder el que cambia las ideas, en el caso del PP, nadie se plantea ninguna de las dos cosas. ¿Para qué? Mira que destacamos lo que recogieron los nuevos estatutos del PP canario acerca de la expulsión de los procesados, todavía siguen en estado de gracia dos que son carne de inminente banquillo. Y tiran porque les toca. Luego, de las innovaciones del PP, mejor ni hablar, que nos salen ronchones.