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Luengo, a favor del viento

Paulino Rivero no olvidará en la vida la inestimable colaboración que, aún siendo diputada de la oposición, brindó la pasada legislatura a su Gobierno Paquita Luengo, en la actualidad viceconsejera de Industria. Con José Manuel Soria como consejero de Economía y Hacienda poniendo palos en las ruedas, el Gobierno se aprestaba a pagar al empresario Rafael Bittini la cantidad de 103 millones de euros por una cantera virgen en la montaña de Tebeto, en Fuerteventura. Gracias a su experiencia para desbrozar expedientes diabólicos, Luengo marcó sin quererlo la hoja de ruta que el Gobierno siguió ante los tribunales para que, finalmente, el Supremo quitara la razón a los hermanos Soria, al tío de los hermanos Soria y al avispado empresario que, sin mover una piedra y gracias a sus fructíferas gestiones ante la Consejería de Industria, se iba a forrar a costa de todos los canarios. Rivero ni se imaginaba entonces que dos años después iba a tener a Paquita Luengo en su Gobierno desenredando otra compleja madeja dejada atrás por los hermanos Soria: los famosos concursos eólicos, la implantación de las energías renovables en Canarias. Primero fue Luis Soria el que lo enredó todo con el concurso de 2004, aún pendiente de juicio con jurado popular por presuntos delitos relacionados con la corrupción. Paralelamente, su hermano José Manuel, siendo presidente del Cabildo de Gran Canaria (2003-2007), metía en un recóndito cajón un proyecto imprescindible para hacer rentables los parques eólicos, los bombeos reversibles en la central hidráulica de Gran Canaria, la que precisamente lleva el nombre de Chira-Soria. Presas ellas.

Paulino Rivero no olvidará en la vida la inestimable colaboración que, aún siendo diputada de la oposición, brindó la pasada legislatura a su Gobierno Paquita Luengo, en la actualidad viceconsejera de Industria. Con José Manuel Soria como consejero de Economía y Hacienda poniendo palos en las ruedas, el Gobierno se aprestaba a pagar al empresario Rafael Bittini la cantidad de 103 millones de euros por una cantera virgen en la montaña de Tebeto, en Fuerteventura. Gracias a su experiencia para desbrozar expedientes diabólicos, Luengo marcó sin quererlo la hoja de ruta que el Gobierno siguió ante los tribunales para que, finalmente, el Supremo quitara la razón a los hermanos Soria, al tío de los hermanos Soria y al avispado empresario que, sin mover una piedra y gracias a sus fructíferas gestiones ante la Consejería de Industria, se iba a forrar a costa de todos los canarios. Rivero ni se imaginaba entonces que dos años después iba a tener a Paquita Luengo en su Gobierno desenredando otra compleja madeja dejada atrás por los hermanos Soria: los famosos concursos eólicos, la implantación de las energías renovables en Canarias. Primero fue Luis Soria el que lo enredó todo con el concurso de 2004, aún pendiente de juicio con jurado popular por presuntos delitos relacionados con la corrupción. Paralelamente, su hermano José Manuel, siendo presidente del Cabildo de Gran Canaria (2003-2007), metía en un recóndito cajón un proyecto imprescindible para hacer rentables los parques eólicos, los bombeos reversibles en la central hidráulica de Gran Canaria, la que precisamente lleva el nombre de Chira-Soria. Presas ellas.