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Manos Limpias bajo togas cagadas

Aunque no sea constitucionalmente de su competencia más directa, sabemos que Mariano Rajoy podría hacer mucho por evitar el deterioro de imagen que nos provoca tener un Tribunal Supremo y un Consejo General del Poder Judicial como los que tenemos. Ambos han conseguido, al alimón, pulverizar estas últimas semanas todos los medidores de vergüenza nacional con la muy medida, muy eficaz y muy desmoralizante cacería al ex magistrado Baltasar Garzón. Es verdad que los defensores de las esencias dirán que son cosas que nos pasan por tener una justicia tan igual para todos que hasta es capaz de crujir inclementemente a un magistrado por el terrible atrevimiento de investigar a una trama corrupta protagonizada, mira tú qué cosas, por el mismo partido del mismo presidente que tanto se preocupa por la imagen exterior de España. Estos días nos estamos enterando (sin alarmarnos gravemente, que es lo peor) de unos infames tejemanejes que han podido celebrarse bajo las togas y las puñetas por magistrados y ex magistrados, por ex ministros y ex secretarias de Estado, por abogados y por ex fiscales, por sindicatos con las manos limpias y el culo cagao, metidos todos en la pocilga de una conspiración indecente que, de haber sido protagonizada por cualquier hijo de vecino contra alguna de esas señorías, sufriría de inmediato el más despiadado de los castigos. No ayuda en absoluto para nuestra imagen de país puntero, donde se garantice la seguridad jurídica para sus ciudadanos y sus posibles inversores, tener un tribunal que no ha superado los viejos hábitos ni las roídas togas del franquismo. Ah, perdón, que dice el Tribunal Supremo que ya no debemos hablar del franquismo, que eso son cosas exclusivas de historiadores.

Aunque no sea constitucionalmente de su competencia más directa, sabemos que Mariano Rajoy podría hacer mucho por evitar el deterioro de imagen que nos provoca tener un Tribunal Supremo y un Consejo General del Poder Judicial como los que tenemos. Ambos han conseguido, al alimón, pulverizar estas últimas semanas todos los medidores de vergüenza nacional con la muy medida, muy eficaz y muy desmoralizante cacería al ex magistrado Baltasar Garzón. Es verdad que los defensores de las esencias dirán que son cosas que nos pasan por tener una justicia tan igual para todos que hasta es capaz de crujir inclementemente a un magistrado por el terrible atrevimiento de investigar a una trama corrupta protagonizada, mira tú qué cosas, por el mismo partido del mismo presidente que tanto se preocupa por la imagen exterior de España. Estos días nos estamos enterando (sin alarmarnos gravemente, que es lo peor) de unos infames tejemanejes que han podido celebrarse bajo las togas y las puñetas por magistrados y ex magistrados, por ex ministros y ex secretarias de Estado, por abogados y por ex fiscales, por sindicatos con las manos limpias y el culo cagao, metidos todos en la pocilga de una conspiración indecente que, de haber sido protagonizada por cualquier hijo de vecino contra alguna de esas señorías, sufriría de inmediato el más despiadado de los castigos. No ayuda en absoluto para nuestra imagen de país puntero, donde se garantice la seguridad jurídica para sus ciudadanos y sus posibles inversores, tener un tribunal que no ha superado los viejos hábitos ni las roídas togas del franquismo. Ah, perdón, que dice el Tribunal Supremo que ya no debemos hablar del franquismo, que eso son cosas exclusivas de historiadores.