La mar de curro

Mucho curro es lo que hay. O sea, la mar de curro. Nos referimos al Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, donde recientemente se celebraron unas interesantes pruebas para cubrir diferentes plazas, entre otras la de técnico superior para el departamento de Hacienda. Suponemos que se habrán presentado muchas personas, pero de entre todas ellas llamó poderosamente la atención la presencia de una señora de tronío que estuvo trabajando como interina en ese departamento un tiempo determinado. Es una mujer la mar de simpática que es capaz de desarrollar mucho curro, según cuentan los que la vieron hacer. Sólo que se puso muy nerviosa en las pruebas y, si bien fueron capaces de que sacara adelante las primeras, una vez se demostró que fallaba a partir de las cuatro reglas, la dejaron en la estacada. Una injusticia. A ver si ustedes se creen que hay derecho de suspender a alguien por decir que Gibraltar es comunidad autónoma española o que el Parlamento de Canarias está compuesto por once consejeros. Hombre, ¡por dios!

Mucho curro es lo que hay. O sea, la mar de curro. Nos referimos al Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, donde recientemente se celebraron unas interesantes pruebas para cubrir diferentes plazas, entre otras la de técnico superior para el departamento de Hacienda. Suponemos que se habrán presentado muchas personas, pero de entre todas ellas llamó poderosamente la atención la presencia de una señora de tronío que estuvo trabajando como interina en ese departamento un tiempo determinado. Es una mujer la mar de simpática que es capaz de desarrollar mucho curro, según cuentan los que la vieron hacer. Sólo que se puso muy nerviosa en las pruebas y, si bien fueron capaces de que sacara adelante las primeras, una vez se demostró que fallaba a partir de las cuatro reglas, la dejaron en la estacada. Una injusticia. A ver si ustedes se creen que hay derecho de suspender a alguien por decir que Gibraltar es comunidad autónoma española o que el Parlamento de Canarias está compuesto por once consejeros. Hombre, ¡por dios!