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La mejor noticia para el PP (o no)

José Manuel Soria, ese ministro, venía poniendo la venda antes que la herida de un tiempo a esta parte presentando como un éxito suyo lo que a todas luces parece que se confirmará de manera oficial los próximos días: en Canarias no hay petróleo ni gas, y si hubiera o hubiese no resultarían rentables para Repsol. Lo que debería ser un revés absoluto de sus pretensiones de convertir las aguas de su tierra en un nuevo Mar del Norte, ha tratado de convertirlo en un fracaso de Paulino Rivero y de las instituciones canarias, que en ese escenario cada vez más cercano serían las que se habrían excedido en su oposición a las prospecciones de la compañía del compadre Brufau. Dice Soria que la ausencia de hidrocarburos dejaría en ridículo a los que nos hemos desgañitado en contra de esta aventura soriana, y no a los que se empeñaron en un intento que como resultado más evidente arroja un desgaste monumental del Partido Popular canario, de su comandante en jefe y de la petrolera Repsol. Pero cada uno es muy libre de vender sus victorias y sus derrotas como mejor crea conveniente. Lo que sí parece claro es que el fracaso de las prospecciones en Canarias tiene un indiscutible perdedor, Repsol, que ha invertido varios cientos de millones de euros en un proyecto fallido, y se ha llevado a cambio un deterioro colosal de su imagen en Canarias y en gran parte del mundo. Sin contar, claro, los dineros desembolsados para que ese fracaso sea todavía más grotesco, tanto en su inservible y falaz campaña publicitaria, como en las regalías exigibles para generar un ambiente propicio. Los que sí deben estar a estas horas tirando los voladores que les sobraron en fin de año son los sufridos dirigentes del PP canario, que con la marcha de Repsol de las inmediaciones todavía sueñan con revertir la situación y, aplicando la misma táctica de su gran timonel, decir que eran otros los equivocados.

Continuarán las acciones judiciales

Pero el destrozo generado por “el operador”, en eufemística expresión de Antonio Brufau para evitar pronunciar el nombre del ministro Soria, ha sido de tal calibre que ni siquiera el pinchazo de los pinchazos se taponará con el taponamiento del pozo Sandía 1. Se apresuraba este viernes a advertirlo la Oficina de Acción Global (OAG) del Cabildo de Lanzarote, que hace días manejaba la información de la retirada de la petrolera después de que fueran cayendo uno a uno los contratos celebrados con proveedores de apoyo a las prospecciones. En la cena de Navidad de la compañía y sus contratistas en Canarias se conoció que esos contratos iban a durar un mes menos de lo previsto, en lugar del 31 de enero, iban a empezar a rescindirse desde el 31 de diciembre mismo. Para entonces ya se sabía que lo que se había encontrado en las costas de Lanzarote y Fuerteventura era gas, y más concretamente dos pequeñas bolsas de una calidad y cantidad que no harían rentable la explotación. Procede por tanto comenzar el repliegue, taponar el pozo, y una vez concluidas esas maniobras, salir por patas del Archipiélago. La sospecha hace tiempo que era un clamor, por eso Repsol no llegó a desplegar el sistema de seguridad que había contratado en Canarias mediante un barco fletado en Italia, un helicóptero y varias lanchas rápidas, que sustituyera a la Armada ante el escándalo que se generó a raíz del asalto a varias neumáticas de Greenpeace y el coste (aún por concretar) de esa protección pagada por los contribuyentes. Y por eso ya empezaron a marcharse de la zona los buques de apoyo. Uno de ellos ya está en el Canal de La Mancha, otro atracado en el Puerto de La Luz preparándose para partir, y el Rowan, muy probablemente recogiendo los bártulos para regresar a su base en Angola. Ninguna de esas compañías de apoyo, la mayoría extranjeras, estarán en España cuando empiecen a resolverse los litigios judiciales planteados por las instituciones canarias, litigios que continuarán en todas las jurisdicciones, incluida la penal, como la OAG ha advertido este mismo viernes. Como continuarán los expedientes abiertos en distintas instancias administrativas, como la Unión Europea, donde fuman en pipa ante los desaguisados que han tenido que leerse del que hoy es su comisario de Energía, el ex ministro español de Agricultura y Medio Ambiente Miguel Arias Cañete.

Repsol la lía en su web

Para que el lío fuera todavía más morrocotudo, la información siempre incompleta que Repsol venía ofreciendo en su web sobre los sondeos de Canarias, ha contribuido estos días aún más a la confusión. En su canal “Especial Canarias” la compañía de Repsol informó que el día 19 de diciembre había finalizado “la fase de exploración 12-1/4, alcanzándose la profundidad media de 2.756 metros”. Pero diez días después, el 29, decía que “se han realizado con resultados satisfactorios las pruebas del sistema de control de presión y del BOP [chivato de reventones] y posteriormente se ha perforado hasta una profundidad de 2.740 metros”, es decir, dieciséis metros menos que diez días antes. Puede haber sido un error, que no se ha corregido durante estos días de placidez navideña, pero puede también ser un síntoma de la seriedad con la que se ha pretendido informar a la opinión pública de lo que ha estado ocurriendo en ese sondeo con la protección de la Armada española y sin la posibilidad de que pudiera haber allí más observadores que los contratados por Repsol. Los más perspicaces sospechan que en realidad la perforación ha llegado, o incluso superado, los 3.170 metros autorizados por el ministro Soria, y que en vez de 2.740, la taladradora haya alcanzado mil metros más.

Lo que viene ahora

Han pasado tres años desde que José Manuel Soria decidió desempolvar las autorizaciones a Repsol y abrir con ellas la caja de los truenos en Canarias. Tres años en los que ha habido de todo y tras los que permanece la imagen de un ministro y de una petrolera multinacional situados completamente de espaldas a los canarios y a sus instituciones. Tres largos años que han puesto de manifiesto muchas cosas, pero tres años que no han servido para zanjar definitivamente la cuestión. Si, como parece, no hay petróleo en la plataforma de Canarias, ni tampoco en la más cercana al continente africano, nos encontraremos ante un inmenso montaje cuyas verdaderas motivaciones se nos escapan en estos momentos. Pero para algo habrá servido: en primera instancia, para conocer hasta dónde son capaces algunos de llegar cuando huelen un negocio; para producir un profundo debate en la sociedad canaria entre las energías fósiles y las renovables, entre el actual modelo turístico y ambiental, y el maná que el ministro canario nos prometió; para unir a muchísimos canarios en torno a una bandera; para conocer con exactitud la calaña de los que mantienen una cosa aquí y otra bien distinta en el Mediterráneo; para valorar el seguidismo de los dirigentes canarios del PP, y para que muchos de los que aquí vivimos nos hayamos enterado de lo que tenemos y de lo que hay que hacer para conservarlo. Pero tras esta derrota de los amigos de Brufau, lo que sucederá será muy elocuente: el actual (y esperemos que efímero) candidato de Coalición Canaria verá caerse el único obstáculo que él mismo se impuso para un futuro acuerdo de gobierno con el PP; Soria dirá que toda la culpa ha sido de Paulino Rivero, que se bate en retirada ma non troppo; las instituciones canarias (al menos los cabildos de Lanzarote y Fuerteventura, desde el principio en esta lucha) mantendrán vivas sus acciones judiciales (tanto las contencioso-administrativas como las penales), y la campaña electoral en ciernes mantendrá en alguno de sus ámbitos este conflicto porque este conflicto no ha muerto aquí y ahora.

José Manuel Soria, ese ministro, venía poniendo la venda antes que la herida de un tiempo a esta parte presentando como un éxito suyo lo que a todas luces parece que se confirmará de manera oficial los próximos días: en Canarias no hay petróleo ni gas, y si hubiera o hubiese no resultarían rentables para Repsol. Lo que debería ser un revés absoluto de sus pretensiones de convertir las aguas de su tierra en un nuevo Mar del Norte, ha tratado de convertirlo en un fracaso de Paulino Rivero y de las instituciones canarias, que en ese escenario cada vez más cercano serían las que se habrían excedido en su oposición a las prospecciones de la compañía del compadre Brufau. Dice Soria que la ausencia de hidrocarburos dejaría en ridículo a los que nos hemos desgañitado en contra de esta aventura soriana, y no a los que se empeñaron en un intento que como resultado más evidente arroja un desgaste monumental del Partido Popular canario, de su comandante en jefe y de la petrolera Repsol. Pero cada uno es muy libre de vender sus victorias y sus derrotas como mejor crea conveniente. Lo que sí parece claro es que el fracaso de las prospecciones en Canarias tiene un indiscutible perdedor, Repsol, que ha invertido varios cientos de millones de euros en un proyecto fallido, y se ha llevado a cambio un deterioro colosal de su imagen en Canarias y en gran parte del mundo. Sin contar, claro, los dineros desembolsados para que ese fracaso sea todavía más grotesco, tanto en su inservible y falaz campaña publicitaria, como en las regalías exigibles para generar un ambiente propicio. Los que sí deben estar a estas horas tirando los voladores que les sobraron en fin de año son los sufridos dirigentes del PP canario, que con la marcha de Repsol de las inmediaciones todavía sueñan con revertir la situación y, aplicando la misma táctica de su gran timonel, decir que eran otros los equivocados.

Continuarán las acciones judiciales