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Otro meneo judicial a don José

Malos tiempos para el pepitismo. Pero en todos los órdenes: en el político, en el económico, en el social y, por supuesto, en el judicial. Porque no se puede ir por la vida repartiendo querellas y demandas y, simultáneamente, dando mamporros a diestro y siniestro y cometiendo los mismos (o más abultados) delitos y las mismas vulneraciones que se pretenden denunciar. La Audiencia Provincial de Las Palmas notificó este viernes al dueño del periódico El Día, José Esteban Rodríguez Ramírez, que se la tiene que envainar de nuevo, que su intento de resucitar la fenecida querella que en 2009 le interpuso a la directora de La Provincia, Teresa Cárdenes, sigue sin tener recorrido. Y por si no se había dado cuenta todavía de la temeridad de esa acción judicial, la Sección Primera de la Audiencia Provincial le vuelve a imponer las costas, ya impuestas durante la instrucción por el mismo motivo. El dicharachero editorialista independentista debería, encima, dar gracias a Dios de que la querellada no le interpusiera en su momento una querella en sentido contrario por las cancaburradas que lanzó para tratar de defenderse de las críticas que a su línea editorial le formuló la periodista grancanaria.

Malos tiempos para el pepitismo. Pero en todos los órdenes: en el político, en el económico, en el social y, por supuesto, en el judicial. Porque no se puede ir por la vida repartiendo querellas y demandas y, simultáneamente, dando mamporros a diestro y siniestro y cometiendo los mismos (o más abultados) delitos y las mismas vulneraciones que se pretenden denunciar. La Audiencia Provincial de Las Palmas notificó este viernes al dueño del periódico El Día, José Esteban Rodríguez Ramírez, que se la tiene que envainar de nuevo, que su intento de resucitar la fenecida querella que en 2009 le interpuso a la directora de La Provincia, Teresa Cárdenes, sigue sin tener recorrido. Y por si no se había dado cuenta todavía de la temeridad de esa acción judicial, la Sección Primera de la Audiencia Provincial le vuelve a imponer las costas, ya impuestas durante la instrucción por el mismo motivo. El dicharachero editorialista independentista debería, encima, dar gracias a Dios de que la querellada no le interpusiera en su momento una querella en sentido contrario por las cancaburradas que lanzó para tratar de defenderse de las críticas que a su línea editorial le formuló la periodista grancanaria.