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El mismo certificado médico

Constituyó todo un insulto al tribunal y a las partes allí personadas comprobar cómo don Pepito y su abogado se presentaron al juicio en pelota picada, sin ninguno de la decena de testigos que habían propuesto y, con un descaro indigno de alguien que respete a la justicia, tachando por “contaminados” a los cuatro testigos propuestos por la parte demandante, que finalmente depusieron por decisión del magistrado Jesús Alemany. Aquello era la confirmación de que ante la clamorosa derrota que se avecinaba, la estrategia consistía en la tinta de calamar, empuercarlo todo para que no pareciera lo que realmente es, una nueva pendejada del dueño de El Día embarcado como está en hundir la empresa que heredó de su tío, don Leoncio Rodríguez, hasta las profundidades más vergonzosas. Para justificar la cobardía de don Pepito de no presentarse a la vista, su abogado blandió un informe médico que sitúa a este octogenario editorialista como una persona frágil, con la movilidad reducida y con unos problemas cardiacos que le impiden someterse a situaciones de estrés. Los que la tarde noche del lunes lo oyeron gritar a pleno pulmón que ni de coña viajaría a Gran Canaria ya sabían de antemano que presentarían ese informe de última hora, sin embargo fechado el 1 de noviembre, es decir, mes y medio antes de la celebración de la vista. El juez y la fiscal rechazaron las pretensiones de don Pepito de declarar por videoconferencia o, ya en el colmo del disparate, en la confortabilidad de su despacho a donde pretendía que se acercara una comisión judicial a interrogarlo.

Constituyó todo un insulto al tribunal y a las partes allí personadas comprobar cómo don Pepito y su abogado se presentaron al juicio en pelota picada, sin ninguno de la decena de testigos que habían propuesto y, con un descaro indigno de alguien que respete a la justicia, tachando por “contaminados” a los cuatro testigos propuestos por la parte demandante, que finalmente depusieron por decisión del magistrado Jesús Alemany. Aquello era la confirmación de que ante la clamorosa derrota que se avecinaba, la estrategia consistía en la tinta de calamar, empuercarlo todo para que no pareciera lo que realmente es, una nueva pendejada del dueño de El Día embarcado como está en hundir la empresa que heredó de su tío, don Leoncio Rodríguez, hasta las profundidades más vergonzosas. Para justificar la cobardía de don Pepito de no presentarse a la vista, su abogado blandió un informe médico que sitúa a este octogenario editorialista como una persona frágil, con la movilidad reducida y con unos problemas cardiacos que le impiden someterse a situaciones de estrés. Los que la tarde noche del lunes lo oyeron gritar a pleno pulmón que ni de coña viajaría a Gran Canaria ya sabían de antemano que presentarían ese informe de última hora, sin embargo fechado el 1 de noviembre, es decir, mes y medio antes de la celebración de la vista. El juez y la fiscal rechazaron las pretensiones de don Pepito de declarar por videoconferencia o, ya en el colmo del disparate, en la confortabilidad de su despacho a donde pretendía que se acercara una comisión judicial a interrogarlo.