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No, Coalición Canaria no ha ganado las elecciones

Ana Oramas, Fernando Clavijo y José Miguel Barragán, en la comparecencia para valorar los resultados de las elecciones el pasado 28 de mayo

Carlos Sosa

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Aunque pueda parecerlo por la euforia que se transmite desde las filas nacionalistas y la decepción entre las socialistas y las demás a la izquierda, Coalición Canaria no ha ganado las elecciones del domingo. No solo no las ganó al Parlamento, donde experimentó un retroceso especialmente llamativo en la lista autonómica, encabezada por su presidenciable, Fernando Clavijo, sino que tampoco lo hizo en sus bastiones tradicionales y más emblemáticos, como el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, donde cosechó su primera derrota de manos de Patricia Hernández; ni en el de La Laguna, donde el también socialista Luis Yeray Gutiérrez consolidó su liderazgo. Ni siquiera en el Cabildo de Tenerife, para cuya lista el partido hizo una apuesta fuerte por viejas glorias del tinerfeñismo. 

Tampoco lo ha hecho el Partido Popular, dicho sea de paso, que experimenta una moderada subida en gran medida pareja a la ola nacional.

Las elecciones del domingo las ganó objetivamente el Partido Socialista, pero de modo insuficiente como para poder liderar la búsqueda de una coalición de gobierno que permitiera repetir presidencia a Ángel Víctor Torres. El presidente en funciones tiene la obligación de tantear un acuerdo con las demás fuerzas políticas presentes en el futuro Parlamento. Lidera la candidatura más votada y con más diputados (no siempre equivale a lo mismo), y por mucho que suene surrealista, ha de intentarlo al menos. 

Lo puede intentar con el Partido Popular, cuyos 15 diputados darían de sobra para una mayoría bipartidista en la Cámara canaria. Un viejo sueño de dirigentes como Jerónimo Saavedra, al que siempre se le frustró esa alternativa desde la dirección federal de su partido. El inconveniente vuelve a ser el mismo, pero esta vez desde la dirección nacional del PP, que no se puede permitir dar el más mínimo margen a los socialistas en esa cruzada de “derogar el sanchismo” que ha convertido en su santo y seña, al parecer con rotundo éxito.

La dirección regional del PP ya no es la de José Manuel Soria, ni tampoco la de María Australia Navarro. La oposición que en esta legislatura que expira ha protagonizado el partido que ahora dirige Manuel Domínguez ha sido serena, casi constructiva, hasta el punto de haber apoyado los presupuestos en vigor en el Cabildo de Tenerife, con presidente socialista, Pedro Martín.

Siendo imposible ese pacto entre el PSOE y el PP, el que en estos momentos tiene cerradas todas las puertas es precisamente aquel por el que durante estos últimos meses clamaba Coalición Canaria y sus terminales mediáticas y empresariales: un pacto suyo con los socialistas. Fernando Clavijo, el candidato a presidente por CC, llegó a poner su cabeza a disposición de Ángel Víctor Torres si esta fuera la que estorbara para conseguirlo.

Clavijo y su equipo manejaban las mismas encuestas que todo el mundo manejaba en aquel momento, las que incluso dibujaban un posible sorpasso del PP a Coalición Canaria. Una auténtica catástrofe que recomendaba una solución urgente, y la de gobernar con los socialistas era la mejor posible.

Pero nadie previó la debacle de Unidas Sí Podemos, que con la desaparición de sus cuatro diputados ha impedido cualquier posibilidad de reedición del Pacto de las Flores. A cambio, la división de esa izquierda ha dado lugar, de rebote, a la entrada de Vox en la Cámara autonómica. Para hacérselo mirar con urgencia.

Así las cosas, Clavijo no accederá ni siquiera a escuchar a Ángel Víctor Torres. Se inclinará por el pacto más natural, el preferido por Coalición Canaria, un pacto hacia la derecha que, además del Gobierno, le permita pactar con los populares otras instituciones y, sobre todo, volver a embridarlos en la isla de Tenerife, el bastión natural de CC, donde ha obtenido esta vez uno de sus resultados más brillantes de la mano de la histórica Ana Oramas.

Fernando Clavijo, por lo tanto, tiene la legitimidad y los escaños propios y ajenos suficientes para intentar la investidura. Otra cosa es que le venga bien en los plazos que establece el Estatuto de Autonomía o intente postergarla para estar seguro de cuál va a ser el próximo Gobierno de España que surja de las elecciones del 23 de julio, de modo que pueda someter a los populares a ser mera comparsa. En Génova cuentan con los escaños que pueda obtener CC en el Congreso de los Diputados, y la prensa de la derecha no tiene ninguna duda de que así será.

Al fin y al cabo, Clavijo debe mucho al PP (a este, pero sobre todo el de Casado) de su exitoso transitar por el Tribunal Supremo estos años de senador aforado por la Comunidad Autónoma, lo que le permitió sacudirse sus dos últimas imputaciones penales, el caso Grúas y el caso Reparos. Esta vez tendrá que quedarse en Canarias, donde gracias a Ciudadanos (adiós, Ciudadanos), las autoridades autonómicas ya no están aforadas.

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