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La noticia, delante de sus narices

Pues sí, las noticias que nos llegan nos indican que el cabreo de los directivos de Canarias7 ante el pisotón de la red de pederastas es de los que hacen época. Y no porque tuvieran el mismo compromiso que nosotros de aguardar a que acabara la operación para contarla entera, sino porque ni se la habían olido. O, para ser más precisos, sí se la habían olido, y hasta la habían visto, porque en uno de esos chivatazos incompletos alguien les dijo que pasaba a disposición judicial en Telde un presunto pedófilo. Y para allá que mandaron a un fotógrafo que consiguió retratar al cabecilla de la trama entrando en los juzgados. Pero como no había más datos, la cosa quedó en nada, en una foto sin historia. Hasta este sábado, cuando La Provincia empezó a publicar la trama, en que la cólera se apoderó de una muy determinada zona de El Sebadal. Dicen los que de esto saben que los teléfonos han echado humo este fin de semana hasta el punto de ser transmisores de amenazas que muy fácilmente podrían ser de juzgado de guardia. Pero ya se sabe que el miedo es un sentimiento muy libre que no vamos a ponernos a valorar ahora. Que los receptores de las amenazas son mayorcitos para saber cómo despacharse una cosa así.

Pues sí, las noticias que nos llegan nos indican que el cabreo de los directivos de Canarias7 ante el pisotón de la red de pederastas es de los que hacen época. Y no porque tuvieran el mismo compromiso que nosotros de aguardar a que acabara la operación para contarla entera, sino porque ni se la habían olido. O, para ser más precisos, sí se la habían olido, y hasta la habían visto, porque en uno de esos chivatazos incompletos alguien les dijo que pasaba a disposición judicial en Telde un presunto pedófilo. Y para allá que mandaron a un fotógrafo que consiguió retratar al cabecilla de la trama entrando en los juzgados. Pero como no había más datos, la cosa quedó en nada, en una foto sin historia. Hasta este sábado, cuando La Provincia empezó a publicar la trama, en que la cólera se apoderó de una muy determinada zona de El Sebadal. Dicen los que de esto saben que los teléfonos han echado humo este fin de semana hasta el punto de ser transmisores de amenazas que muy fácilmente podrían ser de juzgado de guardia. Pero ya se sabe que el miedo es un sentimiento muy libre que no vamos a ponernos a valorar ahora. Que los receptores de las amenazas son mayorcitos para saber cómo despacharse una cosa así.