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Olarte se queda sin Infecar

No pudo ser. O de momento no ha podido ser. El ex presidente del Gobierno Lorenzo Olarte debió haber nacido en cualquier otra comunidad autónoma española, por ejemplo la valenciana. Porque en la de Canarias no se protege a las personas que fueron sus máximas autoridades, los máximos representantes institucionales de la ciudadanía. En otro lugar, como acaba de hacer Francisco Camps, Olarte tendría un puesto nato en el Consejo Consultivo, y hasta dispondría de secretaria y coche oficial, aspectos estos últimos que tampoco le son nada necesarios al ex presidente canario, que vive en estos momentos de una pensión de 900 euros al mes. Su partido, el CCN, lo había propuesto para presidente del Recinto Ferial de Canarias (Infecar), una tarea en la que también habría desempeñado el ex presidente un papel decisivo, como ha venido haciendo estos últimos años, mientras la economía se lo permitió. Ha sido un eficacísimo embajador de Canarias en China y a él se le debe, entre otras gestas, que la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, cuya creación se le debe en gran medida, sea pionera en España en el programa Confucio. Pero la crisis económica y el recorte de gastos en el Cabildo han malogrado de momento su nombramiento. La sociedad canaria ha arrimado a uno de sus grandes hombres, y reclamar para él el reconocimiento institucional que merece es impopular y hasta está mal visto. Pero nos sigue pareciendo igual de ingrato ese desprecio.

No pudo ser. O de momento no ha podido ser. El ex presidente del Gobierno Lorenzo Olarte debió haber nacido en cualquier otra comunidad autónoma española, por ejemplo la valenciana. Porque en la de Canarias no se protege a las personas que fueron sus máximas autoridades, los máximos representantes institucionales de la ciudadanía. En otro lugar, como acaba de hacer Francisco Camps, Olarte tendría un puesto nato en el Consejo Consultivo, y hasta dispondría de secretaria y coche oficial, aspectos estos últimos que tampoco le son nada necesarios al ex presidente canario, que vive en estos momentos de una pensión de 900 euros al mes. Su partido, el CCN, lo había propuesto para presidente del Recinto Ferial de Canarias (Infecar), una tarea en la que también habría desempeñado el ex presidente un papel decisivo, como ha venido haciendo estos últimos años, mientras la economía se lo permitió. Ha sido un eficacísimo embajador de Canarias en China y a él se le debe, entre otras gestas, que la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, cuya creación se le debe en gran medida, sea pionera en España en el programa Confucio. Pero la crisis económica y el recorte de gastos en el Cabildo han malogrado de momento su nombramiento. La sociedad canaria ha arrimado a uno de sus grandes hombres, y reclamar para él el reconocimiento institucional que merece es impopular y hasta está mal visto. Pero nos sigue pareciendo igual de ingrato ese desprecio.