De omnipotente a grandilocuente

Ya está en nuestro poder la grabación original de la comparecencia de Alberto Santana ante la comisión eólica, un documento que algún día servirá para que en las escuelas de democracia se aprenda lo que es un uso fraudulento, perverso y personalista de una investigación parlamentaria. Le hemos pasado una copia a nuestros abogados, como hace Soria con los suyos, porque nos parece bastante ofensivo, a la par que perseguible, que el presidente del PP nos acuse veladamente de estar en una conspiración con Santana para montar un escándalo suyo donde hay un escándalo de otro. Ya les contaremos las decisiones. Pero nos quedamos con la parte anecdótica de la sesión, la que protagonizaron el propio Soria y la diputada de CC Belén Allende, que en un momento determinado llamó “omnipotente” al líder del PP, para reducirlo a “grandilocuente” cuando el aludido le dijo que era lo mejor, “por si acaso”. Buen negocio ser abogado en Madrid con este cliente en Las Palmas. Por cierto, José Miguel, Carmelo, ¿quién paga los honorarios de ese abogado madrileño?

Ya está en nuestro poder la grabación original de la comparecencia de Alberto Santana ante la comisión eólica, un documento que algún día servirá para que en las escuelas de democracia se aprenda lo que es un uso fraudulento, perverso y personalista de una investigación parlamentaria. Le hemos pasado una copia a nuestros abogados, como hace Soria con los suyos, porque nos parece bastante ofensivo, a la par que perseguible, que el presidente del PP nos acuse veladamente de estar en una conspiración con Santana para montar un escándalo suyo donde hay un escándalo de otro. Ya les contaremos las decisiones. Pero nos quedamos con la parte anecdótica de la sesión, la que protagonizaron el propio Soria y la diputada de CC Belén Allende, que en un momento determinado llamó “omnipotente” al líder del PP, para reducirlo a “grandilocuente” cuando el aludido le dijo que era lo mejor, “por si acaso”. Buen negocio ser abogado en Madrid con este cliente en Las Palmas. Por cierto, José Miguel, Carmelo, ¿quién paga los honorarios de ese abogado madrileño?