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El oscurantismo de nuevo

Han regresado a La Caja los gloriosos tiempos de antaño, cuando no se podía mirar a la cara de la suprema autoridad, y cuando pedir información estaba penado con severos castigos que empezaban con el extrañamiento y terminaban con el exterminio social. Eran tiempos en que la suprema autoridad amenazaba con echarte encima su periódico, y los políticos se derretían con sólo imaginarlo. Pues esos tiempos han vuelto, sólo que aquel ectoplasma rampante es hoy reinado de pitufos que, en la mayoría de los casos, no despiertan otro sentimiento que la risotada. Pero cometen atropellos muy serios y ya andan los trabajadores de la entidad denunciando ante instancias oficiales y reclamando una explicación. Mientras, la oposición política -sentada en el consejo de administración- se encuentra con serias dificultades para ejercer sus tareas de control, y los trabajadores, mancos por tener un representante inútil en ese órgano, chocan de frente con la impaciencia y el oscurantismo.

Han regresado a La Caja los gloriosos tiempos de antaño, cuando no se podía mirar a la cara de la suprema autoridad, y cuando pedir información estaba penado con severos castigos que empezaban con el extrañamiento y terminaban con el exterminio social. Eran tiempos en que la suprema autoridad amenazaba con echarte encima su periódico, y los políticos se derretían con sólo imaginarlo. Pues esos tiempos han vuelto, sólo que aquel ectoplasma rampante es hoy reinado de pitufos que, en la mayoría de los casos, no despiertan otro sentimiento que la risotada. Pero cometen atropellos muy serios y ya andan los trabajadores de la entidad denunciando ante instancias oficiales y reclamando una explicación. Mientras, la oposición política -sentada en el consejo de administración- se encuentra con serias dificultades para ejercer sus tareas de control, y los trabajadores, mancos por tener un representante inútil en ese órgano, chocan de frente con la impaciencia y el oscurantismo.