El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Pedir perdón afilando la guadaña
Todo era mentira, y no nos referimos ahora a los informes médicos ni a las primeras conclusiones de la Guardia Civil sobre el caso Aitana. Lo que era mentira fue ese arrepentimiento unánime, esos hipidos de autocrítica lanzados por todos los medios de comunicación pidiendo disculpas por el impepinable error colectivo cometido con un joven de 25 años al que se le atribuyeron los crímenes más execrables que se pueden cometer sobre una niña de tres años. Todo era mentira, sí, porque con la misma mano que pedían perdón afilaban la guadaña y buscaban un teléfono móvil, una foto robada del ciudadano libre y sin cargos, cualquier elemento que convertir en informativo para llevar a una radio y luego a todos los periódicos el sensacionalismo más descarado. A todos los periódicos y cadenas de radio y televisión que pidieron disculpas con el moco del llanto infantil colgando de la nariz como si se propusieran no volver a repetirlo jamás. Bastaron 48 horas y la maquinaria del amarillismo, del morbo y del asesinato de imagen se puso en marcha nuevamente. Y con un medio público haciendo de bombero pirómano, la radio autonómica canaria.
Todo era mentira, y no nos referimos ahora a los informes médicos ni a las primeras conclusiones de la Guardia Civil sobre el caso Aitana. Lo que era mentira fue ese arrepentimiento unánime, esos hipidos de autocrítica lanzados por todos los medios de comunicación pidiendo disculpas por el impepinable error colectivo cometido con un joven de 25 años al que se le atribuyeron los crímenes más execrables que se pueden cometer sobre una niña de tres años. Todo era mentira, sí, porque con la misma mano que pedían perdón afilaban la guadaña y buscaban un teléfono móvil, una foto robada del ciudadano libre y sin cargos, cualquier elemento que convertir en informativo para llevar a una radio y luego a todos los periódicos el sensacionalismo más descarado. A todos los periódicos y cadenas de radio y televisión que pidieron disculpas con el moco del llanto infantil colgando de la nariz como si se propusieran no volver a repetirlo jamás. Bastaron 48 horas y la maquinaria del amarillismo, del morbo y del asesinato de imagen se puso en marcha nuevamente. Y con un medio público haciendo de bombero pirómano, la radio autonómica canaria.