El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Y cómo le pega al e-mail anónimo
En la foto que acompañan estos humildes comentarios pueden observar a José Manuel Soria enfrascado en la resolución de algún asunto vital para Canarias, muy al estilo de su presidente y principal contrincante electoral, Paulino Rivero. Ambos rivalizan en cintas inaugurales, presidencia de ferias y congresos, y firmas en los libros de honor de cuanta institución exista en Canarias. Este es el caso que nos ocupa: circunspecto y concentrado en la labor, con la intachable impecabilidad en el vestir, en el sentar y en el posado, Soria firma mientras su cameraman, con un aparato casero pero de última generación, le graba en tan sublime momento. Mientras que con una mano encuadra y dispara, con la otra rebusca algo en sus bolsillos, quizás el fotómetro, para calcular la luz y que las sensibles ópticas de la cámara puedan captar sin distorsiones el acontecimiento presenciado. O quizás su móvil para aprovechar y mandar algún mensajito de perfil bajo a algún o a alguna periodista desafecto o desafecta. Luego, en casa, después de editar el vídeo, viene aquello de mandar esos mensajes vía correo electrónico. Hasta que un día lo cojan con las manos en la tecla. ¿O ya lo cogieron?
En la foto que acompañan estos humildes comentarios pueden observar a José Manuel Soria enfrascado en la resolución de algún asunto vital para Canarias, muy al estilo de su presidente y principal contrincante electoral, Paulino Rivero. Ambos rivalizan en cintas inaugurales, presidencia de ferias y congresos, y firmas en los libros de honor de cuanta institución exista en Canarias. Este es el caso que nos ocupa: circunspecto y concentrado en la labor, con la intachable impecabilidad en el vestir, en el sentar y en el posado, Soria firma mientras su cameraman, con un aparato casero pero de última generación, le graba en tan sublime momento. Mientras que con una mano encuadra y dispara, con la otra rebusca algo en sus bolsillos, quizás el fotómetro, para calcular la luz y que las sensibles ópticas de la cámara puedan captar sin distorsiones el acontecimiento presenciado. O quizás su móvil para aprovechar y mandar algún mensajito de perfil bajo a algún o a alguna periodista desafecto o desafecta. Luego, en casa, después de editar el vídeo, viene aquello de mandar esos mensajes vía correo electrónico. Hasta que un día lo cojan con las manos en la tecla. ¿O ya lo cogieron?