Pidió que no le abuchearan

Es listo, el muy puñetero. Micrófono en mano, sin necesidad de atril, con el tono mucho más apagado que el que empleaba en aquellos mítines de los setenta y ochenta, el hoy consejero de Economía y Hacienda (¿quién te lo iba a decir, Segundo?), lideraba un acto del Gobierno de Canarias en el que se firmaba un convenio para la regeneración de la planta turística grancanaria. A su lado el consejero de Turismo, un convidado de piedra; al otro lado, el presidente de los empresarios turísticos, que también. Todo el protagonismo para él, para el consejero grancanario por excelencia, para el consejero que el presidente tiene enfilado, el consejero que sabe decir exactamente lo que su público quiere escuchar: esta inversión en regeneración de la planta es -“y les pido que no me abucheen por lo que voy a decir”- porque la isla más retrasada es Gran Canaria. Bingo, consagrado. Una vez más. Faltaba Soria, que ya no es amigo, pero que también tiene un plan para lo mismo. Veremos quién lo rentabiliza mejor.

Es listo, el muy puñetero. Micrófono en mano, sin necesidad de atril, con el tono mucho más apagado que el que empleaba en aquellos mítines de los setenta y ochenta, el hoy consejero de Economía y Hacienda (¿quién te lo iba a decir, Segundo?), lideraba un acto del Gobierno de Canarias en el que se firmaba un convenio para la regeneración de la planta turística grancanaria. A su lado el consejero de Turismo, un convidado de piedra; al otro lado, el presidente de los empresarios turísticos, que también. Todo el protagonismo para él, para el consejero grancanario por excelencia, para el consejero que el presidente tiene enfilado, el consejero que sabe decir exactamente lo que su público quiere escuchar: esta inversión en regeneración de la planta es -“y les pido que no me abucheen por lo que voy a decir”- porque la isla más retrasada es Gran Canaria. Bingo, consagrado. Una vez más. Faltaba Soria, que ya no es amigo, pero que también tiene un plan para lo mismo. Veremos quién lo rentabiliza mejor.