El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
El pliego más popular
Ricardo Melchior y Domingo Berriel querían controlar lo que pasara en sus islas en lo que al negocio eólico se refería. Así que cuando publicamos que habían filtrado el pliego, ya lo tenía todo el mundo, Península incluida. Pero se celebraron demasiadas reuniones de empresarios y políticos, y de políticos con empresarios. De este modo es explicable que Luis Soria llegara a comprometer más del doble de lo que salía a concurso y eso que se fijaba una manera bastante objetiva de calificar las propuestas. Hubo incluso una auténtica caza de brujas en busca de posibles ofertas marcadas, y en el frenesí se presentaron ofertas en sitios sin suficiente viento, cuando de todos los expertos es conocido que la energía eólica es negocio sólo con viento a partir del nivel 3 (había muchas ofertas en grado 2). Los ayuntamientos, contagiados por ese frenesí, se incorporaron con suelo propio o, en su defecto, con suelo de particulares que les era cedido para que operara el premio en la calificación por estar en suelo público. Y algunos ayuntamientos y cabildos hicieron ofertas decentes pensando en las arcas públicas y los políticos locales, tapados, entraban como socios.
Ricardo Melchior y Domingo Berriel querían controlar lo que pasara en sus islas en lo que al negocio eólico se refería. Así que cuando publicamos que habían filtrado el pliego, ya lo tenía todo el mundo, Península incluida. Pero se celebraron demasiadas reuniones de empresarios y políticos, y de políticos con empresarios. De este modo es explicable que Luis Soria llegara a comprometer más del doble de lo que salía a concurso y eso que se fijaba una manera bastante objetiva de calificar las propuestas. Hubo incluso una auténtica caza de brujas en busca de posibles ofertas marcadas, y en el frenesí se presentaron ofertas en sitios sin suficiente viento, cuando de todos los expertos es conocido que la energía eólica es negocio sólo con viento a partir del nivel 3 (había muchas ofertas en grado 2). Los ayuntamientos, contagiados por ese frenesí, se incorporaron con suelo propio o, en su defecto, con suelo de particulares que les era cedido para que operara el premio en la calificación por estar en suelo público. Y algunos ayuntamientos y cabildos hicieron ofertas decentes pensando en las arcas públicas y los políticos locales, tapados, entraban como socios.