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El PP prometiendo en periodo electoral

Ni siquiera en campaña electoral Fernando Clavijo logra vencer su tendencia a rehabilitar políticamente a José Manuel Soria. El ministro no pintaba nada en la Comisión Mixta Canarias-Estado en la que únicamente se iban a abordar asuntos de la exclusiva competencia del Ministerio de Hacienda, pero consiguió personarse en calidad de invitado por el tercio del Gobierno de España e hizo todo lo posible por convertirse en el protagonista de la sesión de este lunes en la sede de Presidencia del Gobierno de Canarias. Su empeño fue de tal calibre que hasta desplazó del lugar que protocolariamente correspondía a la vicepresidenta del Gobierno, reglamentariamente presidenta de la comisión mixta en cuestión. Patricia Hernández se incomodó pero soportó la afrenta porque no es de las que se preocupa por lo que siempre preocupa al ministro de Industria, y aprovechó que perdía el avión rumbo a Tenerife para mandarse a mudar antes de que acabaran los fastos electoralistas. Porque lo que en realidad se vio este lunes en la sede presidencial de la plaza del Doctor O’Shanahan fue una continuación de lo que viene haciendo Fernando Clavijo desde que accedió a la Presidencia del Gobierno: hacer las paces con el Gobierno del Partido Popular para que su electorado tenga claras dos cosas: que era Paulino Rivero el que se equivocaba plantando cara a Madrid y que, ya puestos a votar a un remedo, mejor votar al original, es decir, al PP. De libro. Seguramente no haya sido Rivero el equivocado porque por lo visto este lunes y en los capítulos anteriores de la reconciliación de Soria con su tierra en periodo electoral parece haber quedado meridianamente claro que el castigo infligido a Canarias estos últimos cuatro años tenían su origen en la antipatía que el ex presidente generaba en el ministro de Industria, lo que dice mucho de él y del Gobierno del que forma parte de momento. Hacerse el indio bueno cuando las urnas tocan a la puerta está en la lección primera del tomo uno del manual del candidato electoral. Y Soria, por si todavía no se ha percatado Clavijo, lo es. Cierto que por la provincia de Las Palmas, donde Coalición Canaria lo da todo por perdido y debe preferir que gane quien siempre prefirió como socio.

 

 

¿Hay que confiar ahora en el PP?

El acuerdo no es malo. Retener en Canarias el 50% pendiente de esa compensación del vetusto Impuesto General del Tráfico de Empresas (IGTE), una reivindicación aprobada en 2009 e incumplida sistemáticamente por el Gobierno de Madrid, no es moco de pavo. Lo malo son las circunstancias electorales en que se produce y lo peor es que todo quede fiado a lo que pueda decidir el Gobierno que entre en La Moncloa a partir de enero de 2016. Si por arte de las urnas fuera el del Partido Popular, ¿quién puede garantizar que se cumpla teniendo en cuenta que estamos hablando del mismo Gobierno que adeuda a Canarias, sólo producto de estos cuatro últimos años, 1.000 millones de euros? ¿Acaso es más creíble un acuerdo de una comisión mixta que lo que dicen las leyes de presupuestos? Si tan dispuesto estaba Madrid a ceder esos tributos a Canarias, ¿por qué los incluyó del lado suyo en los Presupuestos Generales del Estado para 2016 a pesar de una enmienda de Coalición Canaria en sentido contrario que tumbó el PP en el Senado con su rodillo habitual? El Gobierno que entre en enero deberá redactar una ley de carácter económico que viabilice lo acordado este lunes en Las Palmas de Gran Canaria. De momento, el presidente Clavijo parece haberse fiado de la palabra de sus interlocutores y ya ha anunciado que incluirá esa partida del lado de acá en los presupuestos de la Comunidad Autónoma que se tramitan en estos momentos en el Parlamento de Canarias. Puede ser un riesgo que debería calibrar, pero allá él con el buenismo que ha querido imprimir en este primer tramo de mandato. Ya se le pasará, nos tememos.

 

De postre, la eólica

Ver a José Manuel Soria firmando algo que tenga que ver con la energía eólica en Canarias produce vértigo. O arcadas, según se prefiera. Su hermano Luis era consejero de Industria cuando estalló el primer gran escándalo de corrupción del PP, proverbialmente llamado caso Eolo, y desde entonces la penetración de esa renovable en Canarias ha estado absolutamente gafada. El destino quiso que en diciembre de 2011 Rajoy hiciera ministro del ramo a este killer de las energías verdes y ya saben la suerte que han corrido en España (por una burbuja mal controlada, eso es cierto) y particularmente en Canarias, como deriva de su odio cartaginés al Gobierno que encabezaba Paulino Rivero, como parece que ha quedado dicho en esta entrega de hoy. Sus pulsos con Paquita Luengo, que se batió con él como una auténtica jabata, quedarán para los anales de la historia de las renovables en las Islas, y sus impugnaciones a los decretos emanados del Gobierno de Canarias no han hecho otra cosa que complicar un panorama que él desde el Ministerio de Industria se empeñó en emponzoñar con disparates como el impuesto al sol y otras chafalmejadas ampliamente comentadas en el gremio. Ahora nos viene, como si nunca hubiera roto un plato, con un convenio con Canarias para favorecer la penetración de la energía eólica. Es imposible encontrar en el universo patrio semejante caradura: venir en campaña electoral a presentarse ante el sector de las renovables como el adalid de la innovación, prometiendo las máximas facilidades –que ni por asomo son tales- y colocando al consejero canario del ramo, Pedro Ortega, en una posición más que incómoda. Les recomendamos que se lean con atención la crónica sobre ese fastuoso acontecimiento que firma nuestra compañera Carmen Mesa porque en uno de sus párrafos puede estar escondida la trampa (todas las cosas en Soria tienen una): la apertura de una puerta de dos hojas para que los grandes tiburones de la eólica se queden con el negocio y manden a hacer puñetas a los puteados pequeños inversores isleños que esperaban algo más de su Gobierno regional. No cambian ni en campaña, oye.

 

José Carlos Mauricio y sus conspiraciones

Está en plena forma José Carlos Mauricio. La noticia exclusiva de Canarias Ahora sobre su detención y puesta a disposición judicial por un presunto delito de falsificación relacionado con otro por favorecimiento de la inmigración ilegal le ha conducido inmediatamente a descubrir una conspiración judicial con una ramificación periodística contra su insigne persona. Como siempre desde que, en la clandestinidad, veía confidentes detrás de cada silla pensando que todo el monte era tan orégano como él, el conseguidor se volvió loco la noche del domingo y telefoneó primero a La Provincia y luego a Canarias7 para pedir ayuda. Necesitaba neutralizar inmediatamente una noticia que era rigurosamente cierta, como él mismo se encargó de confirmar, a base de ejercer de magistral cocinero preparando el plato que mejor sabe: calamares en su tinta. Sí, es verdad que me detuvo la policía (como publicó Canarias Ahora) y es verdad que se me acusa de falsificación por contratar a una señora cubana (pero voy a demostrar que la contratación fue legal), pero lo que en realidad hay aquí y parece mentira que no te des cuenta (explicaba a su interlocutor en La Provincia) es una maquinación entre la juez del 8 (que dejó ese juzgado el 22 de octubre) y el director del periódico que publica la noticia, que es su pareja. Y todo por motivaciones políticas porque, como todo el mundo sabe, me presento como número uno al Congreso de los Diputados por el PUTA (Partido Unificado de Tafira Alta). Aaaaaah, exclamaron en el periódico gobernado por el comando Cabrales, ahora lo entendemos todo. Pues vamos a zurrarles, no te preocupes. La llamada a Canarias7 no obtuvo los frutos deseados, seguramente porque allí hace tiempo que dejaron de aceptarle sus trolas. Lo que hay en el juzgado lo desconocemos, salvo que ahora está en manos del magistrado Salvador Alba, muy cercano a las tesis judiciales de José Manuel Soria, que viene siendo a su vez íntimo amigo de José Carlos Mauricio. Sí sabemos lo que tiene la Policía del señor Mauricio y no es solamente, aunque inicialmente lo aparente, un favorcete que se le hace a un amigote que quiere legalizar a una señora cubana. No. Hay algo más y esperaremos a que los imputados lo aclaren ante su señoría para poder publicar las dos versiones en todo su esplendor. Puede que todo se quede en la noticia que publicábamos ayer, pero puede que el juez vea lo que ha visto la Policía y continúe con la instrucción. Lo sentiremos mucho por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. La comparecencia, hoy, a partir de las diez, en Instrucción 8 de Las Palmas de Gran Canaria.

Ni siquiera en campaña electoral Fernando Clavijo logra vencer su tendencia a rehabilitar políticamente a José Manuel Soria. El ministro no pintaba nada en la Comisión Mixta Canarias-Estado en la que únicamente se iban a abordar asuntos de la exclusiva competencia del Ministerio de Hacienda, pero consiguió personarse en calidad de invitado por el tercio del Gobierno de España e hizo todo lo posible por convertirse en el protagonista de la sesión de este lunes en la sede de Presidencia del Gobierno de Canarias. Su empeño fue de tal calibre que hasta desplazó del lugar que protocolariamente correspondía a la vicepresidenta del Gobierno, reglamentariamente presidenta de la comisión mixta en cuestión. Patricia Hernández se incomodó pero soportó la afrenta porque no es de las que se preocupa por lo que siempre preocupa al ministro de Industria, y aprovechó que perdía el avión rumbo a Tenerife para mandarse a mudar antes de que acabaran los fastos electoralistas. Porque lo que en realidad se vio este lunes en la sede presidencial de la plaza del Doctor O’Shanahan fue una continuación de lo que viene haciendo Fernando Clavijo desde que accedió a la Presidencia del Gobierno: hacer las paces con el Gobierno del Partido Popular para que su electorado tenga claras dos cosas: que era Paulino Rivero el que se equivocaba plantando cara a Madrid y que, ya puestos a votar a un remedo, mejor votar al original, es decir, al PP. De libro. Seguramente no haya sido Rivero el equivocado porque por lo visto este lunes y en los capítulos anteriores de la reconciliación de Soria con su tierra en periodo electoral parece haber quedado meridianamente claro que el castigo infligido a Canarias estos últimos cuatro años tenían su origen en la antipatía que el ex presidente generaba en el ministro de Industria, lo que dice mucho de él y del Gobierno del que forma parte de momento. Hacerse el indio bueno cuando las urnas tocan a la puerta está en la lección primera del tomo uno del manual del candidato electoral. Y Soria, por si todavía no se ha percatado Clavijo, lo es. Cierto que por la provincia de Las Palmas, donde Coalición Canaria lo da todo por perdido y debe preferir que gane quien siempre prefirió como socio.