El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Precintos tranquilos
Somos unos débiles de espíritu. Lo reconocemos. Este fin de semana les acercábamos lo que está pasando con los errores materiales y con las triquiñelas de los amigos del urbanismo de la ciudad de Soria (provincia de Las Palmas), y sólo les dejamos caer una parte del asunto porque creíamos que nos iban a captar a la primera. Exceso de cripticismo, que se dice, y del que muchos lectores se quejan con alguna frecuencia. Pues bueno, vale, les contamos. Uno de los errores materiales más llamativos de la temporada de primavera-verano que se avecina se encuentra situado exactamente en la confluencia de las calles Fernando Guanarteme y Puerto Rico, donde la promotora Beleyma construye un edificio singular que ha tenido que ser precintado por el Ayuntamiento de Soria por las presiones vecinales, no sin ponerse remolón. Es más, un acto que suele tardar días, e incluso horas en función del infractor, en el caso que nos ocupa se dilató por espacio de más de un mes. Tiempo suficiente para que el error material ya se traduzca en dos plantas más. Eso, sin contar que en un municipio tan moderno, tengan que ser los vecinos y no el consistorio quien descubra de oficio, en pleno corazón de la urbe, una infracción de tal calibre. Da que pensar.
Somos unos débiles de espíritu. Lo reconocemos. Este fin de semana les acercábamos lo que está pasando con los errores materiales y con las triquiñelas de los amigos del urbanismo de la ciudad de Soria (provincia de Las Palmas), y sólo les dejamos caer una parte del asunto porque creíamos que nos iban a captar a la primera. Exceso de cripticismo, que se dice, y del que muchos lectores se quejan con alguna frecuencia. Pues bueno, vale, les contamos. Uno de los errores materiales más llamativos de la temporada de primavera-verano que se avecina se encuentra situado exactamente en la confluencia de las calles Fernando Guanarteme y Puerto Rico, donde la promotora Beleyma construye un edificio singular que ha tenido que ser precintado por el Ayuntamiento de Soria por las presiones vecinales, no sin ponerse remolón. Es más, un acto que suele tardar días, e incluso horas en función del infractor, en el caso que nos ocupa se dilató por espacio de más de un mes. Tiempo suficiente para que el error material ya se traduzca en dos plantas más. Eso, sin contar que en un municipio tan moderno, tengan que ser los vecinos y no el consistorio quien descubra de oficio, en pleno corazón de la urbe, una infracción de tal calibre. Da que pensar.