El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
El presidente se defiende
Para rematar la faena de la desalentadora presentación de la UD Las Palmas, el presidente de la entidad nos obsequió el domingo con una entrevista en La Provincia que quizá debió haberse ahorrado. Él, que La Provincia puede hacer en sus páginas lo que le salga del nisperero. Lo decimos porque dejó caer un par de afirmaciones que hicieron ponerse colorado hasta el papel en el que aparecieron escritas. Habló, por ejemplo, de las personas con las que despacha habitualmente, como si tuviera que explicarlo claramente a la afición o como si hubiera de justificar las veces que se ve con Angulo o las que telefonea a García Navarro. No es que creamos que el hombre tenga poca capacidad de maniobra, que también, pero tanta explicación entristece más de la cuenta. También fueron muy llamativos los argumentos que dio para defender a Manolo Torres, cuyas decisiones -dijo- son aprobadas y apoyadas por el consejo de administración. Lo que pondría entonces en evidencia que hay allí más de un elemento y elementa que necesita un gratinado urgente. O que le presionan sobremanera a este hombre para que diga estas cosas. Pero donde realmente estuvo inconmensurable fue cuando dijo que los abucheos y las pitadas vinieron sólo de una parte de la afición. No es cierto, como publicó incluso La Provincia, que dijo que la escandalera impidió que se escucharan las palabras del presidente. Los que abuchearon y silbaron fueron casi todos los 5.000 (o 7.000) que allí estaban y que constituyen, miren por donde, la mitad de los abonados. La otra mitad, sencillamente ni se molestó en acudir al estadio.
Para rematar la faena de la desalentadora presentación de la UD Las Palmas, el presidente de la entidad nos obsequió el domingo con una entrevista en La Provincia que quizá debió haberse ahorrado. Él, que La Provincia puede hacer en sus páginas lo que le salga del nisperero. Lo decimos porque dejó caer un par de afirmaciones que hicieron ponerse colorado hasta el papel en el que aparecieron escritas. Habló, por ejemplo, de las personas con las que despacha habitualmente, como si tuviera que explicarlo claramente a la afición o como si hubiera de justificar las veces que se ve con Angulo o las que telefonea a García Navarro. No es que creamos que el hombre tenga poca capacidad de maniobra, que también, pero tanta explicación entristece más de la cuenta. También fueron muy llamativos los argumentos que dio para defender a Manolo Torres, cuyas decisiones -dijo- son aprobadas y apoyadas por el consejo de administración. Lo que pondría entonces en evidencia que hay allí más de un elemento y elementa que necesita un gratinado urgente. O que le presionan sobremanera a este hombre para que diga estas cosas. Pero donde realmente estuvo inconmensurable fue cuando dijo que los abucheos y las pitadas vinieron sólo de una parte de la afición. No es cierto, como publicó incluso La Provincia, que dijo que la escandalera impidió que se escucharan las palabras del presidente. Los que abuchearon y silbaron fueron casi todos los 5.000 (o 7.000) que allí estaban y que constituyen, miren por donde, la mitad de los abonados. La otra mitad, sencillamente ni se molestó en acudir al estadio.