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Primero convocar el acto, luego el pleno

Hacía tiempo que no nos deteníamos a comentar las hazañas de ese alcalde de Santa Brígida, joven promesa del PP canario, que tomará mucho protagonismo a partir de que José Manuel Soria ejecute su retirada y su padre de aquel, José Miguel Bravo de Laguna, tome de nuevo el pulso de la organización conservadora. Pero se nos acumula el trabajo al enterarnos de una batería de disparates que tienen como protagonista al Niño Bravo. El pasado viernes, día 14, en el que precisamente se reunía en la calle Tenderete del Club de Lectura, el alcalde de Sataute inauguraba una plaza pública en el populoso barrio de La Atalaya. La inauguración estaba organizada desde hacía semanas, había avisado a la orquesta y hasta había invitado a José Manuel Soria, que no faltó a tan magno acontecimiento. Pero al Niño se le olvidó algo fundamental: los honores y distinciones hay que llevarlos a pleno, y dar nombre a una plaza pública requería ese incómodo y muy democrático trámite. Así que, para las nueve de la mañana de ese mismo día 14, Bravo de Laguna convocó a todos los concejales, a la secretaria y al público en general con un único punto en el orden del día.

Hacía tiempo que no nos deteníamos a comentar las hazañas de ese alcalde de Santa Brígida, joven promesa del PP canario, que tomará mucho protagonismo a partir de que José Manuel Soria ejecute su retirada y su padre de aquel, José Miguel Bravo de Laguna, tome de nuevo el pulso de la organización conservadora. Pero se nos acumula el trabajo al enterarnos de una batería de disparates que tienen como protagonista al Niño Bravo. El pasado viernes, día 14, en el que precisamente se reunía en la calle Tenderete del Club de Lectura, el alcalde de Sataute inauguraba una plaza pública en el populoso barrio de La Atalaya. La inauguración estaba organizada desde hacía semanas, había avisado a la orquesta y hasta había invitado a José Manuel Soria, que no faltó a tan magno acontecimiento. Pero al Niño se le olvidó algo fundamental: los honores y distinciones hay que llevarlos a pleno, y dar nombre a una plaza pública requería ese incómodo y muy democrático trámite. Así que, para las nueve de la mañana de ese mismo día 14, Bravo de Laguna convocó a todos los concejales, a la secretaria y al público en general con un único punto en el orden del día.