Canarias Ahora Opinión y blogs

Sobre este blog

Publicidad (y contrapublicidad) gubernamental

No es la primera vez que el Gobierno de Fernando Clavijo impone su relato a base de prácticas anacrónicas y un pelín autoritarias. Pero en esta ocasión alguien se ha atrevido a contarlo, lo que es todo un acontecimiento. Una valla publicitaria instalada este lunes en las inmediaciones del Hospital Insular de Gran Canaria denunciaba la deriva privatizadora de la sanidad pública que tiene Coalición Canaria desde que aceptó ponerla en manos de los grupos empresariales que se lo ordenaron en 2017. Clavijo gobernaba con el PSOE y el consejero socialista de Sanidad, el cirujano Jesús Morera, tuvo el atrevimiento de revisar los conciertos sanitarios, operativos desde el franquismo y absolutamente fuera del ordenamiento jurídico constitucional.

Los poderosos empresarios del sector montaron en cólera y el presidente del Gobierno obedeció lo que le ordenaron: no solo echó al PSOE del Gobierno, sino que accedió a nombrar consejero de Sanidad a José Manuel Baltar, que hasta ese mismo instante era el director general del grupo privado más influyente en las Islas, Hospitales San Roque, y a su vez vicepresidente de la patronal nacional de las clínicas privadas. Primero, eso sí, sometió a su consejero socialista a una cacería indigna de un dirigente público: le limitó recursos presupuestarios, lo ridiculizó en público situándolo por debajo de los gerentes de los hospitales, lo colocó a los pies de los caballos con las listas de espera y, ante sus reproches, lo cortó en seco diciéndole aquello de que “aquí se viene llorado”.

La valla publicitaria de esta historia, contratada por la Marea Blanca de Canarias y por la Plataforma en Defensa de la Sanidad Pública, denunciaba solo un aspecto concreto de esa deriva privatizadora, la del servicio de Medicina Nuclear del Hospital Doctor Negrín, en manos de una filial de Hospitales San Roque (Diagnósticos Médicos Especiales), a quien el consejero Baltar le ha incrementado el presupuesto en un 82% para que no haya dudas de cuál es su cometido. Lo ha publicado en exclusiva este periódico.

Pero una cosa es una noticia en un medio de comunicación indómito al que ningunea incluso la agencia de seguimiento de medios que tiene contratado el Gobierno y el Parlamento de Canarias, y otra bien distinta -y ofensiva- es que esas vergüenzas se coloquen en la vía pública en forma de valla de doce metros en un solar de tierra del polígono de San Cristóbal destinado a aparcamiento público.

Y una cosa es un medio informativo que no se deja comprar y otra bien distinta es que el intermediario de esa crítica sea una agencia de publicidad que recurrentemente se tiene que presentar a los concursos que convoca el Gobierno de Canarias para la publicidad institucional. Por eso desde el primer momento las presiones se dirigieron hacia Publicidad Atlántis desde la Viceconsejería de Comunicación, cuyo titular, José Luis Méndez, manifiesta unos modales que ya están siendo cuestionados incluso por destacados dirigentes de Coalición Canaria. Y a la viceconsejería le siguió, cómo no, Hospitales San Roque, que también invierte fuertes sumas de dinero en publicidad y en comunicación.

La respuesta de la agencia no se hizo esperar y 24 horas después de haber instalado la publicidad de la Marea Blanca en su valla del solar de San Cristóbal se vio obligada a retirarla corriendo con todos los gastos e incumpliendo el contrato suscrito, factura proforma incluida, lo que podría generarle algún que otro contratiempo legal a poco que el anunciante se moleste en hacerlo.

Una valla que pudo haber sido noticia por un día se ha convertido, por el comportamiento totalitario del Gobierno de Clavijo, en una noticia de más larga duración porque, además de las presiones, alguien del Ejecutivo tendrá que dar explicaciones en el Parlamento. Lo que iba a quedarse en un ámbito más bien reducido se ha convertido en noticia nacional y en reseña próxima en el Diario de Sesiones de un Parlamento. Qué mal negocio.

El vicepresidente-anuncio ataca de nuevo

El vicepresidente-anuncio ataca de nuevo

El vicepresidente del Gobierno canario, Pablo Rodríguez, se desplazó el domingo a Gran Tarajal (Tuineje, Fuerteventura) para ponerse al frente de los políticos en el solemne acto del regreso de los cruceros turísticos al muelle de esa localidad. Fue a por las medallas, como siempre, y lo que se encontró fue con un penoso ridículo.

Ya les hemos contado en este periódico cómo es de propagandista este vicepresidente que tenemos, metido todo el día en un ataque de ansiedad ante el riesgo cierto de que su formación, Coalición Canaria, pase a la insignificancia en su isla (de él), Gran Canaria.

El caso es que la propaganda en la que anda metido todo el día Rodríguez le jugó una mala pasada cuando pretendió sacar pecho por las presuntas condiciones ideales del muelle de Gran Tarajal para el tráfico de cruceros. Allí descubrió que a ninguno de sus asesores se le ocurrió contrastar el largo del dique con la eslora del Balmoral, que se veía obligado a dejar medio buque desprotegido y a demorar su partida en 22 horas por las deficiencias de servicios del puerto que el vicepresidente vendió a los medios como la repanocha.

La propietaria del barco, la naviera Fred. Olsen, podrá reclamar daños y perjuicios por las pérdidas que tan fatales condiciones pudieran haberle reportado, pero es más que seguro que no lo hará porque para eso es una de las protegidas por este Gobierno de Canarias. Ya saben que en honor de esa compañía noruega vamos a gastarnos tremendo pastizal propio y comunitario en ampliar el muelle de Agaete en una obra innecesaria también promovida por el vicepresidente-anuncio en contra de la opinión de los vecinos de la villa, del Ayuntamiento, del Cabildo de Gran Canaria y de varios partidos políticos con representación parlamentaria.

La Unión Europea le dijo a esta sandunguera comunidad autónoma que había que dar entrada a la competencia en Agaete, copado las 24 horas por Fred Olsen, y la respuesta de nuestro Gobierno ha sido la de ampliar el puerto para que atraquen otros, en vez de dividir las frecuencias.

Mientras, desciende la demanda de pasajeros por Agaete y las estadísticas demuestran que también los datos que ofrece este Gobierno (cuando los ofrece) son falsos: el puerto no ha creado riqueza ni está previsto que la ampliación la vaya a generar en el futuro.

Valido monta una verbena-mitin

El tercer ejemplo de publicidad engañosa y electoralista de Coalición Canaria nos lo ha ofrecido estos días la consejera de Empleo, Políticas Sociales y Vivienda, la muy reprobada Cristina Valido. Incapaz de embridar los malos datos de dependencia, de desempleo y de vivienda (por no tener no tiene ni plan para atender la demanda de 13.000 demandantes), la señora Valido se ha entregado al más burdo y primario modelo de captación de votos entre las personas mayores: una verbena, con sus guaguas y sus bocadillos.

Y con anuncio previo, porque si algo debemos reconocerle a la consejera es que no tiene recato alguno en prevenirnos a todos de cuáles son sus intenciones. Para contrarrestar su incapacidad para gestionar la evaluación y atención de personas dependientes, se sacó de la manga que el mejor remedio para paliar esa situación tan extendida es la de sentirse arropados y divertidos. Nada más adecuado entonces que una verbena para celebrarlo. Así que, ni corta ni perezosa, agrupó hace unos días a 700 mayores en un bolo que tuvo lugar, cómo no, en Tenerife, y por más señas en un municipio señero gobernado por Coalición Canaria, La Laguna, de modo que pudieran retratarse junto a ella la concejala del ramo de la ciudad y la consejera de la misma cosa en el Cabildo, ambas de su mismo partido, para que no quedara duda alguna de las intenciones.

El remate a tanto descaro lo puso la propia consejera, que no tuvo ningún reparo en largarles a los mayores un mitin entre rondalla y rondalla, para que no se quedara ninguno de los presentes con los mensajes de rigor, todos a mayor gloria de Coalición Canaria. Ya hemos preguntado formalmente cuánto ha costado este acto de campaña. En cuanto nos contesten les contamos.

Estos son tres ejemplos de cómo un esfuerzo propagandístico se puede volver en contra de quien lo promueve. Tres ejemplos de cómo Coalición Canaria sigue empeñada en emplear los modelos más trasnochados de captación de votos y voluntades, obviando todas las capacidades de contraste que actualmente se le presentan a la ciudadanía.

No es la primera vez que el Gobierno de Fernando Clavijo impone su relato a base de prácticas anacrónicas y un pelín autoritarias. Pero en esta ocasión alguien se ha atrevido a contarlo, lo que es todo un acontecimiento. Una valla publicitaria instalada este lunes en las inmediaciones del Hospital Insular de Gran Canaria denunciaba la deriva privatizadora de la sanidad pública que tiene Coalición Canaria desde que aceptó ponerla en manos de los grupos empresariales que se lo ordenaron en 2017. Clavijo gobernaba con el PSOE y el consejero socialista de Sanidad, el cirujano Jesús Morera, tuvo el atrevimiento de revisar los conciertos sanitarios, operativos desde el franquismo y absolutamente fuera del ordenamiento jurídico constitucional.

Los poderosos empresarios del sector montaron en cólera y el presidente del Gobierno obedeció lo que le ordenaron: no solo echó al PSOE del Gobierno, sino que accedió a nombrar consejero de Sanidad a José Manuel Baltar, que hasta ese mismo instante era el director general del grupo privado más influyente en las Islas, Hospitales San Roque, y a su vez vicepresidente de la patronal nacional de las clínicas privadas. Primero, eso sí, sometió a su consejero socialista a una cacería indigna de un dirigente público: le limitó recursos presupuestarios, lo ridiculizó en público situándolo por debajo de los gerentes de los hospitales, lo colocó a los pies de los caballos con las listas de espera y, ante sus reproches, lo cortó en seco diciéndole aquello de que “aquí se viene llorado”.