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Opinión - Un tercio de los españoles no entienden lo que leen. Por Rosa María Artal

Quiso censurar el Diario de Sesiones

Antonio Castro se cabreó mucho con Juan Fernando López Aguilar por haberle recordado aquella trapisonda de la certificación de la investidura de Paulino Rivero. Y le pidió a gritos que retirara lo dicho. El socialista parecía no inmutarse y, desde luego, no retiró sus afirmaciones. Cuando Castro terminó sus improperios, pidió silencio a sus compañeros de partido y continuó como si no hubiera ocurrido nada. Tras el incidente, que luego se prolongó con dos intervenciones de Hernández Spínola, Castro abandonó la presidencia del pleno y llamó a sus más estrechos colaboradores a su despacho. Estaba desencajado y algunos le dijeron que se le había ido el asunto de las manos. Por eso trató de convencer a los servicios de la Cámara para que retiraran del Diario de Sesiones la referencia hecha por el portavoz socialista.

Antonio Castro se cabreó mucho con Juan Fernando López Aguilar por haberle recordado aquella trapisonda de la certificación de la investidura de Paulino Rivero. Y le pidió a gritos que retirara lo dicho. El socialista parecía no inmutarse y, desde luego, no retiró sus afirmaciones. Cuando Castro terminó sus improperios, pidió silencio a sus compañeros de partido y continuó como si no hubiera ocurrido nada. Tras el incidente, que luego se prolongó con dos intervenciones de Hernández Spínola, Castro abandonó la presidencia del pleno y llamó a sus más estrechos colaboradores a su despacho. Estaba desencajado y algunos le dijeron que se le había ido el asunto de las manos. Por eso trató de convencer a los servicios de la Cámara para que retiraran del Diario de Sesiones la referencia hecha por el portavoz socialista.