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El regreso del síndrome JFLA

Esta semana volvió a flotar sobre el Parlamento de Canarias el espíritu de Juan Fernando López Aguilar, metido ahora en tareas orgánicas federales en pos de conseguir para Carme Chacón los atributos de primer mujer secretaria general del PSOE. Y no es que haya surgido de los escaños alguna señoría capaz de igualar en oratoria y en riqueza e inventiva de vocabulario al eurodiputado socialista, aunque lo intenta de manera pertinaz el diputado Pérez-Camacho. Es que, sin que nadie haya osado recordárselo para no empañar su marcha triunfal, la estampida de Soria se parece mucho a la de JFLA, por mucho que la quieran revestir de otra cosa. Es cierto lo que sostiene Soria, que López Aguilar vino obligado, pero ya era ministro cuando le obligaron. Pero más cierto, a la par que doloroso, es constatar que Soria se marcha con el agridulce sabor de ganar unas elecciones y no gobernar, y ya se sabe lo mal que lleva estar en la oposición. Bueno es recordar ahora que el tiempo en que JFLA habitó entre nosotros nos recordó cada día que él había ganado las elecciones autonómicas de 2007 con 26 diputados y las fuerzas vivas y no tan vivas de la región se empeñaron en negárselo permanentemente. Es más, el mismo Parlamento que Soria abandona es el que le negó al PSOE la representación que entonces le correspondía. Ese bloqueo se acaba de romper con la votación en favor de Saavedra. El PP, en un gesto de visión de Estado que lo retrata perfectamente, prefirió sencillamente no estar.

Esta semana volvió a flotar sobre el Parlamento de Canarias el espíritu de Juan Fernando López Aguilar, metido ahora en tareas orgánicas federales en pos de conseguir para Carme Chacón los atributos de primer mujer secretaria general del PSOE. Y no es que haya surgido de los escaños alguna señoría capaz de igualar en oratoria y en riqueza e inventiva de vocabulario al eurodiputado socialista, aunque lo intenta de manera pertinaz el diputado Pérez-Camacho. Es que, sin que nadie haya osado recordárselo para no empañar su marcha triunfal, la estampida de Soria se parece mucho a la de JFLA, por mucho que la quieran revestir de otra cosa. Es cierto lo que sostiene Soria, que López Aguilar vino obligado, pero ya era ministro cuando le obligaron. Pero más cierto, a la par que doloroso, es constatar que Soria se marcha con el agridulce sabor de ganar unas elecciones y no gobernar, y ya se sabe lo mal que lleva estar en la oposición. Bueno es recordar ahora que el tiempo en que JFLA habitó entre nosotros nos recordó cada día que él había ganado las elecciones autonómicas de 2007 con 26 diputados y las fuerzas vivas y no tan vivas de la región se empeñaron en negárselo permanentemente. Es más, el mismo Parlamento que Soria abandona es el que le negó al PSOE la representación que entonces le correspondía. Ese bloqueo se acaba de romper con la votación en favor de Saavedra. El PP, en un gesto de visión de Estado que lo retrata perfectamente, prefirió sencillamente no estar.