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OPINIÓN | 'Pesimismo y capitalismo', por Enric González

Renace el facherío

No acostumbramos a comentar cosas que excedan del ámbito canario, pero lo de la manifestación del sábado en Madrid en defensa de las víctimas del terrorismo, también nos afecta aquí. Y nos afecta porque está resurgiendo -aquí también- el fantasma del facherío, ese que permanecía larvado, tranquilo, mientras Aznar gobernaba en España y la derecha aplicaba su programa y sus formas de entender la sociedad. Tras el triunfo electoral del PSOE, no se resigna ese sector intransigente de la derecha española, que no termina de asumir el resultado de las elecciones, que vincula a una nueva conspiración judeo-masónica con la Cadena Ser y el Grupo Prisa como arietes del rojerío más recalcitrante. Son ellos con sus actitudes los que tratan de agitar el pasado, los que se creen portadores de las esencias del 18 de julio, los que consideran que los homosexuales son monstruos, los nacionalistas unos malnacidos y los socialistas unos antiespañoles con rabos y cuernos. Los tenemos también aquí al lado. Por desgracia.

No acostumbramos a comentar cosas que excedan del ámbito canario, pero lo de la manifestación del sábado en Madrid en defensa de las víctimas del terrorismo, también nos afecta aquí. Y nos afecta porque está resurgiendo -aquí también- el fantasma del facherío, ese que permanecía larvado, tranquilo, mientras Aznar gobernaba en España y la derecha aplicaba su programa y sus formas de entender la sociedad. Tras el triunfo electoral del PSOE, no se resigna ese sector intransigente de la derecha española, que no termina de asumir el resultado de las elecciones, que vincula a una nueva conspiración judeo-masónica con la Cadena Ser y el Grupo Prisa como arietes del rojerío más recalcitrante. Son ellos con sus actitudes los que tratan de agitar el pasado, los que se creen portadores de las esencias del 18 de julio, los que consideran que los homosexuales son monstruos, los nacionalistas unos malnacidos y los socialistas unos antiespañoles con rabos y cuernos. Los tenemos también aquí al lado. Por desgracia.