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De repente, Ricky Martin

Pero si hubo una estrella que brillara con luz propia, que concitara todas las miradas y comentarios, que recibiera todo tipo de abrazos y parabienes, ese era Luis Larry Álvarez Cardero, flamante dimisionario del PP, con el valor que eso tiene. Se presentó como hacen las estrellas, avanzado el ágape, atravesó todas las instalaciones de Tadeo en plan besamanos invertido hasta tomar posesión de la esquina norte del despacho presidencial, junto a un generoso ventanal desde el que se aprecia a la perfección el parque de San Telmo, la calle inglesa y al fondo, el mar. A Larry Álvarez sólo le faltó firmar autógrafos, como si fuera el mismísimo Ricky Martin un poco entradito en carnes.

Pero si hubo una estrella que brillara con luz propia, que concitara todas las miradas y comentarios, que recibiera todo tipo de abrazos y parabienes, ese era Luis Larry Álvarez Cardero, flamante dimisionario del PP, con el valor que eso tiene. Se presentó como hacen las estrellas, avanzado el ágape, atravesó todas las instalaciones de Tadeo en plan besamanos invertido hasta tomar posesión de la esquina norte del despacho presidencial, junto a un generoso ventanal desde el que se aprecia a la perfección el parque de San Telmo, la calle inglesa y al fondo, el mar. A Larry Álvarez sólo le faltó firmar autógrafos, como si fuera el mismísimo Ricky Martin un poco entradito en carnes.