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Opinión - Salvar el Mediterráneo y a sus gentes. Por Neus Tomàs

Rita, tres años después

La última etapa del Partido Popular en el Gobierno de Canarias quedará siempre marcada por varios hitos inamovibles: el concurso de la hemodiálisis, otorgado a un amigo de la casa que pululaba por los pasillos de la Consejería de Sanidad como asesor jurídico; el pulso permanente del vicepresidente económico, José Manuel Soria, contra el Gobierno de Zapatero por destinar a Canarias el doble de presupuesto que ahora dedica el PP; concursos cautivadores de millones de euros en software licenciado; el desprecio del mentado Soria a los cabildos, a los funcionarios, a los sectores sociales, a la oposición, a la prensa libre? Y, por encima de todo eso, los escandalosos gastos de la empresa pública Promotur, una herramienta fabulosa para hacer política presente y, como dice el viejo refrán del ahorrador, guardar para cuando no haya. Las disparatadas campañas firmadas por la consejera Rita Martín y su equipo , premiadas en todos los concursos en pay per view, produjeron el bochorno generalizado del sector turístico, pero salvo en el caso de aquella pomposa llamada Los Estadios de la Felicidad, que se canceló cuando llevaba sólo un tercio ejecutado, todo siguió adelante, los costes no se rebajaron y las agencias publicitarias adjudicatarias facturaron y cobraron hasta el final. Los intentos de periodistas de CANARIAS AHORA por conseguir información interna de Promotur que nos permitiera confirmar algunas llamativas sospechas se han tropezado siempre con la cerrazón de esa empresa pública, que aún hoy en manos de Coalición Canaria, alega confidencialidad empresarial para no enseñar los escandalosos expedientes que confeccionó y ejecutó el PP a mayor gloria de su promoción. Nunca pudimos sospechar que la información, o al menos una parte de lo que sospechábamos, nos vineera de la mano de una parlamentaria del PP, Astrid Pérez, para más recochineo, de Lanzarote, tierra natal de dos las amanuenses de aquellos expedientes, la consejera Rita Martín, y la gerente de Promotur Yolanda Perdomo.

La última etapa del Partido Popular en el Gobierno de Canarias quedará siempre marcada por varios hitos inamovibles: el concurso de la hemodiálisis, otorgado a un amigo de la casa que pululaba por los pasillos de la Consejería de Sanidad como asesor jurídico; el pulso permanente del vicepresidente económico, José Manuel Soria, contra el Gobierno de Zapatero por destinar a Canarias el doble de presupuesto que ahora dedica el PP; concursos cautivadores de millones de euros en software licenciado; el desprecio del mentado Soria a los cabildos, a los funcionarios, a los sectores sociales, a la oposición, a la prensa libre? Y, por encima de todo eso, los escandalosos gastos de la empresa pública Promotur, una herramienta fabulosa para hacer política presente y, como dice el viejo refrán del ahorrador, guardar para cuando no haya. Las disparatadas campañas firmadas por la consejera Rita Martín y su equipo , premiadas en todos los concursos en pay per view, produjeron el bochorno generalizado del sector turístico, pero salvo en el caso de aquella pomposa llamada Los Estadios de la Felicidad, que se canceló cuando llevaba sólo un tercio ejecutado, todo siguió adelante, los costes no se rebajaron y las agencias publicitarias adjudicatarias facturaron y cobraron hasta el final. Los intentos de periodistas de CANARIAS AHORA por conseguir información interna de Promotur que nos permitiera confirmar algunas llamativas sospechas se han tropezado siempre con la cerrazón de esa empresa pública, que aún hoy en manos de Coalición Canaria, alega confidencialidad empresarial para no enseñar los escandalosos expedientes que confeccionó y ejecutó el PP a mayor gloria de su promoción. Nunca pudimos sospechar que la información, o al menos una parte de lo que sospechábamos, nos vineera de la mano de una parlamentaria del PP, Astrid Pérez, para más recochineo, de Lanzarote, tierra natal de dos las amanuenses de aquellos expedientes, la consejera Rita Martín, y la gerente de Promotur Yolanda Perdomo.