El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Riu cambia de planes
Hace ya más de un año que el Gobierno de Canarias debió haber ejecutado un acuerdo propio con el que dar solución al conflicto generado en el Oasis de Maspalomas tras aprobarse el proyecto de construcción de un mega hotel por la cadena mallorquina Riu en sustitución del veterano Riu Palace Oasis. Un año perdido en idas y venidas, en tiras y afloja que sólo ha servido para que las partes en presencia se hayan enrocado en sus posiciones y para que el Gobierno demostrara su inoperancia en asuntos de máxima importancia como la recuperación de un espacio singular para el uso ciudadano y, a su vez, para garantizar la inversión turística de calidad en un área privilegiada. Nada se sabe de momento de la amenaza de los hermanos Riu de reclamar daños y perjuicios a las administraciones canarias por aquel fallido expediente de Bien de Interés Cultural (BIC), promovido por el Cabildo de Gran Canaria y estancado también en los tribunales, ni de una solución satisfactoria que consiga recuperar esa zona de indiscutible valor ambiental para el esparcimiento público y sustituir el cochambroso centro comercial que se levanta en su frente marítimo para sustituirlo por algo que no desentone en la milla turística de más calidad de la isla. Con el cambio de Gobierno y la sustitución de Paulino Rivero por Fernando Clavijo a alguien se le ha encendido la bombillita, por lo que parece. Porque Riu, tan refractaria a cualquier tipo de cesión, ya tiene en su poder un proyecto de hotel menos agresivo que el que pretendía levantar en el oasis, un inmenso paredón que sepultaría para siempre el palmeral y privaría a los grancanarios y a los turistas de una de las zonas más sensibles de la ciudad turística. Parece que tendrá menos alturas y menos longitud, que dejará libre la zona del palmeral más cercana al hotel Residencia, de Theo Gerlach, lo que en teoría supondría la renuncia a la inmensa edificabilidad que se pretendía en un principio.
Declaración de interés general
Pero Riu no enseña su proyecto, o se lo debe haber enseñado solo a algunos pocos, los que seguramente les han recomendado que promueva un expediente de declaración de interés general ante al comité de inversiones estratégicas, ese órgano dependiente de Presidencia del Gobierno en el que se decide qué iniciativas inversoras deben acelerarse para que no padezcan el sueño de los justos en alguno de los cajones que de esta joven pero anquilosada administración autonómica. La noticia todavía no es oficial porque ninguna institución lo ha comunicado formalmente, pero la cadena de los hermanos Riu ya ha iniciado las acciones para acudir ante el comité de inversiones estratégicas con el aval de las fuerzas económicas y sociales. Los primeros en firmar han sido los sindicatos que, como era de esperar, se han dirigido al presidente del Gobierno haciendo valer la variable laboral como razón principal para que se declare de interés general el nuevo Palace Oasis. No tardarán en manifestarse, si no lo han hecho ya, las organizaciones empresariales más afines a los mallorquines, con la Federación de Hostelería y Turismo de Fernando Fraile al frente, lo que allanará el camino para que Fernando Clavijo promueva otra ruptura pública con el pasado presidencial de Paulino Rivero. Preso el presidente Clavijo está obligado, antes de promover cualquier expediente de este tipo, a recordar que el debate sobre el futuro del Oasis de Maspalomas no debe recluirse entre las cuatro paredes y sobre la mesa de ese ágora de notables que es el comité de inversiones. Debe pedir a sus asesores que desempolven todo lo que ha ocurrido hasta llegar a este punto, los antecedentes jurídicos y de ordenación que condujeron a Riu a plantearse aquel mamotreto que ahora reduce en un evidente reconocimiento de que la mole era inaceptable en ese lugar. Clavijo debe escuchar todas las voces posibles, las ambientalistas, las históricas, las paisajísticas, las comerciales y las turísticas… porque si se ciñe exclusivamente a la razón de los números, a la creación de puestos de trabajo o al poder que representa el inversor, fuertemente avalado por su compadre José Manuel Soria, posiblemente cometa un error garrafal. Riu tiene unos derechos que deben ser respetados, y sus deseos inversores convenientemente reconocidos, pero a costa de cualquier cosa. Si no conoce el Oasis, que se de un garbeo por allí, que seguramente quedará maravillado.
Preocupantes noticias desde México
Pero mientras nos merendábamos este miércoles la noticia de que Riu mueve ficha en el Oasis y lo hace supuestamente con un hotel de menor envergadura al inicialmente propuesto, las noticias que llegan desde México y que afectan a esa cadena española no se corresponden precisamente con un repentino despertar ambientalista. El grupo hotelero local Las Brisas, propiedad de la familia Cosío, está que se sube por las paredes (nunca mejor dicho) por el proyecto que los mallorquines quieren levantar junto a su lujoso hotel Nizuc Resort & Spa, en Cancún. Los Cosío invirtieron en 2013 la nada despreciable cantidad de 170 millones de dólares en ese establecimiento de altísima calidad dedicado al segmento de turismo Premium y del allí llamado Plan Europeo, modalidad opuesta al todo incluido por el que se factura al huésped su consumo de comidas y bebidas pero que suele incluir servicios de alto valor como spa, gimnasio, actividades acuáticas, etcétera. Junto a ese resort, la cadena española pretende levantar en una parcela de poco más de 20.000 metros cuadrados un hotel de quince plantas con quinientas habitaciones bajo la modalidad de todo incluido que, a juicio de los Cosío, dañaría notablemente sus intereses, además de quebrar la tendencia imperante en la zona de Nizuc de convertirse en un área de excelencia turística. Dicen las publicaciones locales especializadas, que mientras un turista del hotel de la cadena Las Brisas paga cerca de 400 dólares la noche, los del hotel Riu Riviera Cancún sólo tendrán que pagar 100, con todo incluido. Para plantear batalla legal a su competidora, la familia Cosío se ha hecho con los servicios del ex alcalde de Cancún, Julián Ricalde, sabedora del poder de Riu, la cadena con más camas de sol y playa en México. De momento, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales ha negado a la firma mallorquina el permiso para iniciar la construcción de su hotel, “al no autorizarle el impacto ambiental y su cambio de uso en terrenos forestales”, según la publicación especializada Reportur. Lo cual viene a significar que los problemas de Riu con los formatos de sus hoteles no son exclusivos de Gran Canaria. Quizás deberían ir replanteándoselos, no es por nada.
Esas flores indisimuladas
Empieza a ser un poco empalagoso ese intercambio de piropos y parabienes entre Coalición Canaria y el Partido Popular en la vida política del archipiélago. Si no fuera porque llevamos en esto más de una legislatura y tenemos una estupenda hemeroteca de la que echar mano, casi parecería que todo empezó hace ciento y pico días, con la venturosa llegada de Fernando Clavijo a la presidencia del Gobierno de Canarias. Resuenan por doquier los abrazotes que se dan cada dos por tres los dos principales institucionales de ambas fuerzas políticas, y endulzan el ambiente del Parlamento de Canarias los arrumacos que los antaño agrios diputados del PP dedican ahora a los consejeros gubernamentales del sector nacionalista. El último episodio embelesador se produjo este mismo miércoles con ocasión de la comparecencia en comisión del consejero de Economía, Industria, Energía y Conocimiento (del medio), Pedro Ortega. Una comparecencia que ya no solicitan los parlamentarios populares, que de un tiempo a esta parte retiran cualquier iniciativa que pudiera o pudiese perturbar la tranquilidad de la parte nacionalista del Ejecutivo. A Pedro Ortega le tocaba explicar ese extraño convenio suscrito este mismo lunes con el ministro de Industria, José Manuel Soria, sobre algo así como el relanzamiento de la energía eólica en Canarias, herida de muerte desde que el hermano menor del Gran Timonel, de nombre Luis, empezara a gafarlo todo y se terminó de joder con la llegada de su hermano mayor al ministerio del ramo. Ahora resulta, por obra y gracia de ese convenio, que el cambio del sistema de adjudicación de potencia ya no es un logro chiripitifláutico de la ex consejera Paquita Luengo, que fue la que lo propuso, sino del nuevo consejero y del Partido Popular, que fue el que lo recurrió con cajas destempladas ante el Tribunal Constitucional por invadir competencias de su excelencia el generalísimo. Pero ese nuevo power flower que bailan en plan Woodstock sus señorías del PP y de CC alrededor de turbinas eólicas con las que se tropezaba Luis Soria en Magdeburgo viene con bicho dentro porque el decreto lanzado en septiembre para que antes del 31 de diciembre los promotores soliciten potencia se ha quedado corto en los plazos, algo fundamental para poder alcanzar los 450 megavatios pretendidos. ¿Y tiene eso solución, señor consejero? Ay, me da que no, responde compungido el señor Ortega. ¿Y por qué no pedimos una prórroga o un nuevo decreto? Ay, porque tampoco se puede. Y si no se puede, ¿eso significa que la potencia que no se adjudique, porque los proyectos no llegarán a tiempo, se sacará a subasta para que se la lleve el mejor postor? Pues sí, queridísimos. ¿Y quién es el mejor postor? Muy sencillo, las grandes compañías que pueden jugar con la remuneración y quedarse con los parques eólicos canarios. Mas besos y más abrazos con Soria, venga.
Hace ya más de un año que el Gobierno de Canarias debió haber ejecutado un acuerdo propio con el que dar solución al conflicto generado en el Oasis de Maspalomas tras aprobarse el proyecto de construcción de un mega hotel por la cadena mallorquina Riu en sustitución del veterano Riu Palace Oasis. Un año perdido en idas y venidas, en tiras y afloja que sólo ha servido para que las partes en presencia se hayan enrocado en sus posiciones y para que el Gobierno demostrara su inoperancia en asuntos de máxima importancia como la recuperación de un espacio singular para el uso ciudadano y, a su vez, para garantizar la inversión turística de calidad en un área privilegiada. Nada se sabe de momento de la amenaza de los hermanos Riu de reclamar daños y perjuicios a las administraciones canarias por aquel fallido expediente de Bien de Interés Cultural (BIC), promovido por el Cabildo de Gran Canaria y estancado también en los tribunales, ni de una solución satisfactoria que consiga recuperar esa zona de indiscutible valor ambiental para el esparcimiento público y sustituir el cochambroso centro comercial que se levanta en su frente marítimo para sustituirlo por algo que no desentone en la milla turística de más calidad de la isla. Con el cambio de Gobierno y la sustitución de Paulino Rivero por Fernando Clavijo a alguien se le ha encendido la bombillita, por lo que parece. Porque Riu, tan refractaria a cualquier tipo de cesión, ya tiene en su poder un proyecto de hotel menos agresivo que el que pretendía levantar en el oasis, un inmenso paredón que sepultaría para siempre el palmeral y privaría a los grancanarios y a los turistas de una de las zonas más sensibles de la ciudad turística. Parece que tendrá menos alturas y menos longitud, que dejará libre la zona del palmeral más cercana al hotel Residencia, de Theo Gerlach, lo que en teoría supondría la renuncia a la inmensa edificabilidad que se pretendía en un principio.