El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Si eres Riu puedes ampliar un hotel con licencia de obra menor
Imagínese que usted tiene una casa terrera y, de buenas a primeras, sus hijos, por esto de la crisis, le dicen que regresan al hogar paterno con pareja e hijos. Una alegría, vamos. Y decide que, para dar cobijo a tanta peña lo mejor es echar un techo en la azotea y construir un pequeño apartamento con dos dormitorios, un baño y una cocina. Si el planeamiento municipal se lo permite en el barrio que usted habita, habrá de hacer un proyecto, presentarlo en el Ayuntamiento, pagar las tasas correspondientes y esperar pacientemente a que la institución le responda. Si su casa terrera, además, pudiera estar afectada por algún elemento supramunicipal como un plan insular o una afección de Costas, habrá de evacuar el correspondiente informe del organismo en cuestión, previo a la licencia municipal. Llénese de paciencia y acomode a los suyos en el sofá cama y en el cuarto de invitados. Pongamos por caso que usted no es un ciudadano de a pie sino el presidente de una poderosa empresa hotelera canaria, de esas que cotizan aquí de toda la vida de dios, y quiere ampliar un centro comercial que se ha quedado obsoleto para incorporar un hipermercado y un Corte Inglés. Y que, además, tiene suelo y dinero suficiente para un hotel de congresos y un hotel de villas de cinco estrellas. Le va la marcha y quiere crear unos 2.000 puestitos de trabajo más en su tierra. A ese empresario se le aplica, que usted lo sepa, la misma legalidad vigente que a usted, y en ocasiones puede esperar un promedio de diez años a que le autoricen lo que pide porque hasta es posible que a un par de funcionarios se les ponga en la punta de la nariz que el promotor tiene que compensar urbanísticamente por esos y por otros proyectos anteriores. Es la ley, es la burocracia y hasta puede que haya un poco de corrupción y un tráfico de influencias, no lo vamos a ocultar aquí ahora. Pero, oh, milagros de la administración pública canaria, si usted se llama Riu, tiene su sede en Mallorca y le da la gana de ampliar un hotel con una planta más y en otra meterle 34 habitaciones nuevas, con un total de 66, no tiene que preocuparse. Pida una licencia de obra menor y tire p’alante.
Sólo le pitaron “falta personal”
Esto no es ciencia ficción, es lo que ha ocurrido en San Bartolomé de Tirajana con la cadena mallorquina Riu, que en agosto pasado inauguró la ampliación de su hotel Palace Meloneras, que ha pasado de cuatro a cinco estrellas, con una simple licencia de obra menor. Las obras consistieron en la creación de 66 nuevas habitaciones que salieron de una planta ya existente y de una nueva que se levantó, además de cuatro nuevas piscinas y un restaurante. ¿Le habrán parado las obras hasta que subsanara tamaño despropósito urbanístico?, se preguntará usted, que sigue esperando licencia de obra mayor para echar su techo en la azotea. Pues no, sufrido contribuyente canario, por allí no pasó ningún guardia con la cinta plástica y el cartelito del precinto porque a Riu es intocable. Las obras duraron más de tres meses y nadie osó perturbar al coloso mallorquín. En este expediente chiripitifláutico hay más cosas llamativas, no se vayan a creer, como el premio que se le concede tras unas obras clamorosamente ilegales: una estrella más, de cuatro a cinco, para que quede claro el tamaño de la aberración. Pero, ¿por qué se le permitió a Riu hacer esto de manera tan impune? Lo explicó a su manera en el último pleno del Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana el concejal de Urbanismo, Fernando González: la falta de personal administrativo impidió que se le pudiera tramitar a la cadena la licencia en el tiempo que ella deseaba. ¿Y cuánto fue ese tiempo? ¿Un año? ¿Diez años? Qué va, Riu pretendía que la tramitación de un proyecto así, que requiere informes municipales y del Cabildo de Gran Canaria, pasara todos los filtros en el tiempo récord de tres meses, los que van desde enero y abril de 2014, de modo que el verano no se les echara encima y pudieran empezar las obras a todo meter en mayo para acabarlas en agosto, antes del comienzo de la temporada turística.
A punto de pedirles perdón
La misma falta de personal (administrativo) que alega el Ayuntamiento tirajanero para explicar el retraso en la tramitación de la licencia de obra mayor (enorme) a Riu y, consecuentemente, para no expedientarla y pararle de inmediato la obra una vez comenzada, no operó sin embargo en la tramitación de su licencia urbanística para el mamotreto que pretendía levantar en el oasis de Maspalomas. Porque la licencia de demolición del viejo hotel Maspalomas Oasis y la edificación de su sustituto sepultando todo el palmeral allí existente, corrió como una liebre en las oficinas municipales. Las prisas de los funcionarios fueron, en aquel caso, debidas a la inminente apertura de un expediente de Bien de Interés Cultural (BIC) con el que el Cabildo de la isla amenazaba el negocio de la familia Riu. Había que adelantarse para que la cadena adquiriera sus derechos urbanísticos sobre la zona y así situarse en mejor posición negociadora de cara a las administraciones, a las que reiteradamente ha amenazado con querellas sin fin y con indemnizaciones multimillonarias. Pero, llegados a la ampliación del hotel Meloneras Palace, no hubo prisas: ustedes vayan haciéndolo que cuando lo inauguren le abrimos un expedientes, les pasamos la minuta y aquí paz y en el cielo gloria. Eso es lo que hizo el concejal de Urbanismo en el último pleno de Tunte: proponer a todos los grupos políticos un convenio urbanístico entre el Ayuntamiento y Riu para que la compañía pague 833.995 euros por el aprovechamiento urbanístico, dinero que no irá a parar a las arcas municipales para asuntos propios de sus obligaciones, sino para mejorar los servicios e infraestructuras públicas que se encuentren en un radio de 500 metros alrededor del hotel ilegalmente ampliado. Teniendo en cuenta que el hotel se reabrió oficialmente al público en agosto pasado, hay que felicitar a los funcionarios municipales por haber sido capaces de elaborar ese convenio en el tiempo récord de tres meses. Y sin personal, apenas. Al Ayuntamiento sólo le faltó pedir perdón a la cadena mallorquina por no haberle podido satisfacer en tiempo y forma.
UGT: “La paella la pagamos nosotros”
Debemos rectificar de inmediato. La paella para 1.000 personas que se servirá el próximo día 22 en Adeje no la va a pagar el Ayuntamiento de la localidad, presidido por el socialista José Miguel Rodríguez Fraga, sino la central sindical. Así nos lo hizo saber este martes su secretario general, Gustavo Santana, quejoso de la mala baba que destilaba nuestro comentario. Porque, además de la financiación del condumio, a su juicio se nos fue la mano relacionando la presencia en ese mitin gastronómico del secretario de Organización del PSOE, César Luena, con el territorio comanche donde el mismo Luena puso todos los focos durante el reciente proceso de primarias socialistas. A Luena lo tenían amarrado desde semanas antes de las primarias, asevera Santana, lo que teóricamente habría de disipar cualquier duda alrededor de un desliz, metedura de pata o, como se dice por aquí, falta de ignorancia. Así que ahí queda la aclaración, para mejor proveer.
Imagínese que usted tiene una casa terrera y, de buenas a primeras, sus hijos, por esto de la crisis, le dicen que regresan al hogar paterno con pareja e hijos. Una alegría, vamos. Y decide que, para dar cobijo a tanta peña lo mejor es echar un techo en la azotea y construir un pequeño apartamento con dos dormitorios, un baño y una cocina. Si el planeamiento municipal se lo permite en el barrio que usted habita, habrá de hacer un proyecto, presentarlo en el Ayuntamiento, pagar las tasas correspondientes y esperar pacientemente a que la institución le responda. Si su casa terrera, además, pudiera estar afectada por algún elemento supramunicipal como un plan insular o una afección de Costas, habrá de evacuar el correspondiente informe del organismo en cuestión, previo a la licencia municipal. Llénese de paciencia y acomode a los suyos en el sofá cama y en el cuarto de invitados. Pongamos por caso que usted no es un ciudadano de a pie sino el presidente de una poderosa empresa hotelera canaria, de esas que cotizan aquí de toda la vida de dios, y quiere ampliar un centro comercial que se ha quedado obsoleto para incorporar un hipermercado y un Corte Inglés. Y que, además, tiene suelo y dinero suficiente para un hotel de congresos y un hotel de villas de cinco estrellas. Le va la marcha y quiere crear unos 2.000 puestitos de trabajo más en su tierra. A ese empresario se le aplica, que usted lo sepa, la misma legalidad vigente que a usted, y en ocasiones puede esperar un promedio de diez años a que le autoricen lo que pide porque hasta es posible que a un par de funcionarios se les ponga en la punta de la nariz que el promotor tiene que compensar urbanísticamente por esos y por otros proyectos anteriores. Es la ley, es la burocracia y hasta puede que haya un poco de corrupción y un tráfico de influencias, no lo vamos a ocultar aquí ahora. Pero, oh, milagros de la administración pública canaria, si usted se llama Riu, tiene su sede en Mallorca y le da la gana de ampliar un hotel con una planta más y en otra meterle 34 habitaciones nuevas, con un total de 66, no tiene que preocuparse. Pida una licencia de obra menor y tire p’alante.