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Opinión - La fiesta acaba de empezar. Por Esther Palomera

Santiago Pérez, en el funeral

Pero no ha sido el episodio del ascensor del Parlamento el único mal trago que ha tenido Santiago Pérez en los últimos días. Hace también bien poco acudió a una misa funeral en La Laguna. Todo transcurría con normalidad hasta que el oficiante, llegado el momento procesal oportuno, pidió a los presentes que se dieran fraternalmente la paz. Y Pérez, de común cariñoso con el pueblo llano y sencillo, se entregó a tan cristiana tarea repartiendo apretones de manos a diestra y siniestra. Sólo se atragantó cuando se dio la vuelta y se encontró, a un escaso metro de distancia, con al menos otros tres militantes del PSC también suspendidos y expulsados del paraíso por el mismísimo cristiano que les tendía la mano fraternal. Allí estaban Pepe Mascarel, Fernando Schric y José Ricardo, entre otros, pero la cosa no llegó a mayores porque, además del contexto, todos son personas de orden.

Pero no ha sido el episodio del ascensor del Parlamento el único mal trago que ha tenido Santiago Pérez en los últimos días. Hace también bien poco acudió a una misa funeral en La Laguna. Todo transcurría con normalidad hasta que el oficiante, llegado el momento procesal oportuno, pidió a los presentes que se dieran fraternalmente la paz. Y Pérez, de común cariñoso con el pueblo llano y sencillo, se entregó a tan cristiana tarea repartiendo apretones de manos a diestra y siniestra. Sólo se atragantó cuando se dio la vuelta y se encontró, a un escaso metro de distancia, con al menos otros tres militantes del PSC también suspendidos y expulsados del paraíso por el mismísimo cristiano que les tendía la mano fraternal. Allí estaban Pepe Mascarel, Fernando Schric y José Ricardo, entre otros, pero la cosa no llegó a mayores porque, además del contexto, todos son personas de orden.