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Conclusión: Paulino es Messi

Ya no saben a qué caldero atender de tantos que tiene el PP canario en el fuego. Si socorren a Soria ante lo ocurrido la semana pasada en el Senado, les saltan los correligionarios de Baleares pidiéndoles respetito, que es muy bonito: “Si quieren petróleo en Canarias, con vuestro pan os lo coméis, pero dejadnos a nosotros decir que no”, ha venido a reprochar a los canarios la portavoz del PP en el Parlamento balear. Y si atienden a lo hecho por el portavoz de Industria en la Cámara Baja, terminan por decir un disparate peor: “Es que Paulino nos confundió al decir que Rajoy le había prometido revisar lo de las prospecciones”. Como si a estas alturas de la película alguien en sus cabales pudiera creerse que un grupo parlamentario toma una iniciativa de ese calado sin evacuar las correspondientes consultas a La Moncloa, a la Secretaría de Estado de Relaciones con las Cortes o al mismísimo Ministerio de Industria, Energía y Turismo. Porque si el señor Palacios, que así se llama el pobre portavoz, actuó solo atendiendo a lo que le dijeron que dijo Rivero al salir de su reunión con Rajoy, malo, malísimo. Pero si lo hizo tras alguna consulta y luego tuvo que rectificar, peor. Porque por el camino, tratándose del petróleo y de los intereses de Repsol, puede haber pasado de todo.

Así están las cosas en el PP

Ante un desaguisado así, el escenario tras la penúltima batalla es el siguiente: el Grupo Popular en el Senado está como una cabra si toma iniciativas creyéndose al presidente de un Gobierno con el que el partido mantiene una abierta disputa; el Grupo Popular en el Senado tiene una brecha pequeña pero muy elocuente en lo que respecta a las prospecciones petrolíferas, porque que se le hayan fugado cuatro senadores de Baleares siendo como es una fuerza monolítica de disciplina inquebrantable, no es nada baladí; nadie en el PP balear se ha bajado del burro, porque las gestiones se dirigen ahora a evitar sanciones a los cuatro protestantes, y no a ofrecer ningún tipo de disculpas y mucho menos hacer propósito de la enmienda; el PP canario está absolutamente determinado a apoyar hasta el final en su cruzada en favor de Repsol a su presidente regional, José Manuel Soria, y dispuesto a llevarse por delante lo que haga falta en tal dirección. Los esfuerzos del ministro y de su subsecretario de Estado se estrellan una y otra vez contra realidades tan palmarias como la disidencia (es mayor que la de cuatro senadores baleares) y las cada vez más limitadas posibilidades de que las autorizaciones terminen prosperando ante las dificultades de tipo administrativo, jurídico y ambiental con las que se está tropezando. Este miércoles, en el Congreso de los Diputados, podremos escuchar a Soria dando la última versión. Veremos qué se inventa ahora.

Ese gran humorista que es el Barón de Claret

En este contexto tan poco edificante para los intereses del PP y de Repsol, que no siempre habrían de coincidir, recala por Canarias en uniforme de campaña el secretario de Estado para la Unión Europea, Íñigo Méndez de Vigo y Montojo, barón de Claret, para contarnos lo poco que sabe de José Manuel Soria: que un día José Miguel Bravo de Laguna, a la sazón presidente regional del PP, le había dicho que se fijara en “aquel chico” que había “que fichar para el partido”. Aquel chico era el hoy ministro, y lo terminaron fichando para que, acto seguido, apartara a Bravo de Laguna, se hiciera con el PP y llegara a lo que ha llegado (nos saltamos los pasos intermedios porque nos pueden dar las tantas). Metido en el jolgorio propio de un mitin, justo antes de los cantos regionales y la exaltación de la amistad, el barón de Claret concluyó que aquel fichaje resultó ser un Messi de la política. Original sí que fue el secretario de Estado, al que hubiera sido de más agradecer que contara su vida antes que la de nuestro ministro. Porque la suya sí da para un culebrón caribeño: nacido en Tetuán en 1956 por destino a ese protectorado español de su señor padre, teniente coronel de Infantería, heredó la Baronía de Claret en 1980 tras fallecer su abuela, doña Carmen de Icaza y de León, novelista que alcanzó tal distinción nobiliaria de manos de Francisco Franco por su labor como directiva del Auxilio Social, organización de socorro humanitario luego integrada en la Sección Femenina que fue creada en la Guerra Civil por la viuda de Onésimo Redondo. El Auxilio Social estuvo inspirado en la Winterhilfe nazi, con lo que ya se imaginarán ustedes a qué bando auxiliaba. Pues bien, el barón vino, ensalzó como pudo a Soria, y se marchó. Muy peculiar del visitante a las colonias.

Briganty publica su primer libro

¿Se acuerdan de Alfredo Briganty Arencibia? Sí, les hablamos ahora del afamado abogado canario afincado en Madrid detenido en el marco de la operación Eolo, el primer caso de corrupción (aún pendiente de juicio) de la era soriana. Ese mismo. No ha llevado muy bien su papel como acusado en esa causa por corrupción, y en lugar de aligerar para que se celebre de una vez el juicio y poder cumplir la condena o ser absuelto, ha dedicado todos estos últimos años (el escándalo saltó en 2006) a emponzoñarlo todo con alambicadas denuncias, recursos por un tubo y dilaciones que, llegado el momento procesal oportuno, él y los demás letrados de las defensas convertirán en indebidas para aligerar al máximo las condenas. Si las hubiera o hubiese. Pues bien, entre col y col, al señor Briganty le ha dado tiempo de escribir un librito que él mismo ha editado y que recoge sus impresiones sobre la causa y hace amigos para tratar de evitar regresar a Canarias a que lo inviten a un café. No deja títere con cabeza, empezando por su antiguo compañero y amigo Larry Álvarez, al que llama Larry el Sucio, siguiendo por la delegada del Gobierno, María del Carmen Hernández Bento, y terminando por el mismísimo Soria, al que enlaza en una pirámide de perversión junto al que fuera jefe de la Policía, Narciso Ortega, y su enemigo público número dos, Rafael González Bravo de Laguna. No escapan algunos periodistas, por supuesto, ni el juez que instruyó la causa, al que atribuye unas cualidades físicas y oníricas que podrían costarle, incluso antes del juicio, un puro de considerables dimensiones. Por rajar, raja incluso contra el piloto de Iberia que lo trajo detenido hasta Las Palmas de Gran Canaria, acusándolo de haberse acercado a él no para ofrecerle su apoyo moral, sino para reírse en su cara cuando iba custodiado por dos policías. En su verborrea literaria, que no es su fuerte, desde luego, termina por reconocer los hechos por los que va a ser juzgado pero, eso sí, apartándolos de cualquier tipo penal reconocible. Corren por ahí unos pocos ejemplares autoeditados y alguno ya ha llegado a donde tenía que llegar.

Antonio Doreste empieza a concitar rechazos

No puede ser que al poder ejecutivo y al legislativo, ATI pretenda acumular el poder judicial en Canarias. Así de directos se mostraban este lunes algunos inquietos dirigentes políticos, mayormente socialistas, ante la posibilidad de que el próximo presidente del Tribunal Superior de Justicia de Canarias (TSJC) pudiera ser el magistrado tinerfeño Antonio Doreste. Apadrinado por el nuevo presidente de la Audiencia Nacional y hasta la semana pasada del cargo ahora vacante, José Ramón Navarro Miranda, Doreste pasa por ser un hombre que goza del respaldo de la oligarquía tinerfeña más ligada al poder político y empresarial, lo que ha hecho reaccionar a quienes hasta ahora apenas daban importancia a la tibieza con que se actúa desde la Consejería de Presidencia y Justicia, en manos del PSOE. Al consejero Spínola y al viceconsejero Herrera se les reprocha que hayan desatendido este relevo y que hayan mostrado su apoyo al también candidato Emilio Moya, que se ha manifestado este mismo lunes contrario a disputar ese puesto. Quedarían por tanto en liza el mencionado Doreste, el magistrado de Jueces para la Democracia Ignacio Duce, el magistrado de la Sección VI de la Audiencia Provincial de Las Palmas, Salvador Alba, y el presidente de la Sala de lo Contencioso, César García Otero. Este último aún está pendiente de ver cómo se despeja el panorama estas próximas semanas, mientras que Alba, con el único respaldo de José Manuel Soria (al menos de eso presume) sería de todos el que contaría con menos opciones. Se avecinan movimientos, unos más discretos que otros, para clarificar el panorama.

Ya no saben a qué caldero atender de tantos que tiene el PP canario en el fuego. Si socorren a Soria ante lo ocurrido la semana pasada en el Senado, les saltan los correligionarios de Baleares pidiéndoles respetito, que es muy bonito: “Si quieren petróleo en Canarias, con vuestro pan os lo coméis, pero dejadnos a nosotros decir que no”, ha venido a reprochar a los canarios la portavoz del PP en el Parlamento balear. Y si atienden a lo hecho por el portavoz de Industria en la Cámara Baja, terminan por decir un disparate peor: “Es que Paulino nos confundió al decir que Rajoy le había prometido revisar lo de las prospecciones”. Como si a estas alturas de la película alguien en sus cabales pudiera creerse que un grupo parlamentario toma una iniciativa de ese calado sin evacuar las correspondientes consultas a La Moncloa, a la Secretaría de Estado de Relaciones con las Cortes o al mismísimo Ministerio de Industria, Energía y Turismo. Porque si el señor Palacios, que así se llama el pobre portavoz, actuó solo atendiendo a lo que le dijeron que dijo Rivero al salir de su reunión con Rajoy, malo, malísimo. Pero si lo hizo tras alguna consulta y luego tuvo que rectificar, peor. Porque por el camino, tratándose del petróleo y de los intereses de Repsol, puede haber pasado de todo.

Así están las cosas en el PP